Lo primero que hay que señalar sobre este tema es la diferencia que hay entre mujer árabe y mujer musulmana, ya que, aunque en muchas ocasiones se confundan (debido en gran parte a los medios de comunicación) estos dos términos se diferencian en que, la mujer islámica es la que profesa la religión de Mahoma, y la mujer árabe tiene origen arábigo. “No todas las mujeres que practican el Islam están de acuerdo con estas revueltas” asegura la presidenta de la Asociación por la Igualdad y Apoyo a la Mujer Árabe, Amina El Mejnaoui.
Hay que destacar que toda cultura y sociedad evoluciona, lo mismo pasa con la islámica, las revueltas que han tenido lugar en los últimos meses se deben en gran medida a la occidentalización y globalización de algunos de estos países como, por ejemplo, Egipto y Túnez. La presión de los ciudadanos ha sido tan fuerte que ha hecho que muchos de los líderes políticos hayan tenido que dimitir.
La evolución de la nueva cultura
Para analizar bien el papel que está desempeñando la mujer hace falta distinguir dos tipos según el país del que procedan: los más conservacionistas y los más progresistas. Porque según el tipo de región, las mujeres podrán hacer más o menos revueltas debido simplemente a la educación que hayan recibido desde jóvenes. “No es lo mismo comparar a la mujer de Afganistán con la egipcia, porque simplemente tienen costumbres distintas, las mujeres afganas están más sometidas”, comenta Amina El Mejnaoui.
El Perfil de la nueva mujer
El papel fundamental que está ejerciendo la mujer islámica es muy laborioso: se encarga desde dar alimento hasta curar las heridas de los hombres que se rebelan contra el poder. En algunas ocasiones, su tarea puede llegar incluso a ser peligrosa, pues muchas mujeres han muerto durante las revueltas porque no eran bien vistas por el género masculino, puesto que, en la mayoría de las ocasiones, el hombre se cree, erróneamente, superior a la mujer.
Pero esta concepción incluso está cambiando en las nuevas generaciones. Los más jóvenes no ven a la mujer como una simple posesión sino como lo que es verdaderamente: un ser humano. “El hombre sabe y se está dando cuenta poco a poco de que la mujer es fundamental en la sociedad”, aclara Amina El Mejnaoui. “Aunque, todavía queda mucho trayecto por delante”, recalca.
El hombre ve, poco a poco, cómo la mujer “puede ser de utilidad” para las generaciones futuras, por tanto, la va “añadiendo” a la parte activa de la sociedad. “Hay que eliminar lo que dicen los medios de comunicación, la mujer y el hombre llevan la misma batalla y ellas participan en esas revueltas y posiblemente fueron la mecha que encendió las revueltas. Porque son ellas quienes educan y quienes ven el futuro de la sociedad”, opina Avid Kaut, un marroquí licenciado en Economía y Derecho.
El deseo de toda persona
Otro problema a identificar en estas últimas revueltas es el impacto social que están generando y que seguramente provocarán en las generaciones futuras. Todavía es demasiado pronto para asegurarlo, pero muchas personas afirman que estas rebeliones van a generar en la sociedad islámica un profundo cambio. Ya no solo políticamente hablando, sino en el papel que desempeña la mujer, pues ellas quieren lo mismo que todo ser humano: ser respetadas en una sociedad donde muchas veces sus derechos como personas han sido profundamente violados.
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