Siempre había estado enamorado de él, desde que era una niña de 3 años con rizos dorados, si es que a esa edad se le podía llamar amor. Desde que tenía uso de razón lo recordaba como Aladdín, pelo y ojos negros, gran sonrisa, guapo... para una niña como ella, era un príncipe, mucho mayor que ella por supuesto, pero siempre había sido precoz.
Aún recordaba el día en que su abuela le dijo - Sergio que tienes a mi niña loca-. Se reía su abuela.
- ¿No me digas?-. La miro sonriendo.
- Si, dice que quiere casarse contigo.
- Entonces yo la espero-. Dijo mientras le acariciaba la mejilla a la pequeña de ojos marrones mientras sonreían.
Los años pasaron y ese sentimiento se quedo guardado, olvidado en el fondo del corazón de una niña que iba creciendo, al volver de la ciudad donde se fue a vivir el sentimiento floreció, aunque volvió a guardase cuando le llego la noticia de que Sergio, como es lógico había conocido a una chica de su edad y se iba a casar con ella. Cuando esto ocurrió dejo de ir tan a menudo a casa de sus padre y nuestra pequeña no se encontraba con él, mientras ella iba creciendo.
¡Perdón! Todavía no os he dicho el nombre de la niña, su nombre es Candela y ahora empieza su historia...
Año 2013, finales de mayo.
Candela es una joven estudiante de 1º de bachillerato de 20 años, cuando la gente la miraba siempre destacaban su perenne y precisa sonrisa y sus grandes ojos marrones, cambiantes a verdes cuando se mojaban, un día cualquiera de finales de mayo se encontraba en casa mirando la tele sin ver mientras descansaba de haber estudiado toda la tarde.
- ¿A que no sabes quién vuelve a casa por ''Navidad''?-. Dijo su madre haciendo el gesto de comillas con los dedos.
- Sorpréndeme-. Miró Candela a su madre.
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