8 de junio de 2014

Capítulo 6...

Tenía que cambiar de tema con cualquier cosa pero la carcajada de David me distrajo a mí y no a él. Los ojos chocolate estaban centrados en mí y yo en ellos, de pronto un brillo hizo que tomaran un color oscuro.

- Muy interesante-. Me miro intensamente y pareció que me leía los pensamientos.- No bebo Catherine-. Dijo despreocupado.
- ¿Eres sano en todos los sentidos?-. Pregunte exasperada.
- No, tengo un gran apetito sexual-. Me sonroje al instante, me lo había buscado yo sola. Sonrió apiadándose de mi.- Tranquila, también soy muy paciente.
- Veo que eres un dechado de virtudes-. Lo mire fijamente.- Pero conmigo los juegos de seducción no funcionan.
- Mejor-. Se acerco a mí.- Contigo no los quiero usar, me gustas demasiado-. La boca me debió de llegar al suelo, porque sentí su mano en mi barbilla, acariciando mi labio inferior.

Las piernas me temblaban y todo a mí alrededor desaparecía, solo notaba el contacto de la mano de David y en mis oídos resonaban sus palabras, cerré los ojos un instante y cuando los volví a abrir su boca se aproximaba a la mía.

- Esto no puede ser-. Me levante de inmediato y lo mire.
- ¿Por qué?-. Pregunto sorprendido.- ¿No te gusto?
- No es eso-. Me di la vuelta y lo sentí a mi espalda. No podía negarle que me sentía atraída, pero no podía.- Sencillamente no puedo.
- ¿Te gustan las mujeres?-. Me agarro de los hombros y me dio la vuelta.
- No-. Reí tontamente.- Mi vida no es fácil-. Dije simplemente.
- Déjame ayudarte-. Dijo simplemente y me beso.

Nunca me habían besado así, los labios de David se posaron firmes y suaves en los míos. Sí, tenía veinticinco años y ese era mi primer beso en condiciones, no sé cuánto tiempo estuvimos besándonos, pero me pareció eterno y David fue el que me obligo a separarnos. Olvide que él no tenía mi entrenamiento para estar varios minutos sin respirar. Después, Robert volvió al salón y nos contó lo que había hablado con el señor Peter.


Los días siguientes David estuvo en casa todo el tiempo, parecía que nos conociéramos de siempre y aunque él me contaba toda su vida y milagros yo no terminaba de abrirme. Contó que acaba de cumplir los treinta, tenía un hermano menor y siempre había estado en contra de su padre. Yo, por mi parte le dije las cosas básicas, que era de Inglaterra y que era huérfana. No le hable de Manuel, ni de mis padres. Comente que me había hecho policía por mi vocación de hacer justicia y callé todos mi secretos.

- David, conmigo corres peligro-. Le dije con desesperación uno de esos días.
- No te preocupes-. Me acaricio el hombro.- Puedo cuidar de mí mismo.
- Eres tan cabezota-. Sonreí y le toque la cara.
- ¿Qué harás en Año Nuevo?-. Pregunto sacándome de mi ensoñación.
- Tu padre nos ha invitado a su fiesta-. Le informé.- Tenemos que seguir con el plan.
- Entonces nos veremos allí-. Dijo y me dio un beso.


Los días siguientes pasaron como en una nube, me estaba enamorando de David, lo sabía. Pensaba en él cada momento, todo me recordaba a él, contaba los segundos para verlo y también los que estábamos juntos. Sus besos me transportaban a otra dimensión y sus palabras se quedaban anidadas en mi corazón, ya no tenía solución. Tenía que dejar de verlo, mi propio enamoramiento podía poner en peligro todo.

La noche de Año Nuevo llego y después de pasar un tremendo sofocón por dejar a Manuel me preparé para la cena. Esa noche me tenían preparado un vestido negro muy sencillo, largo hasta los pies cubierto de encaje con unas mangas cortitas que se bajaban hasta los hombros, también había unos precioso pendientes de oro, una cartera y unos zapatos dorados. El equipo era una maravilla y sabían perfectamente que debíamos de ir de punta en blanco, pues Gonzalo Rico se fijaba mucho en los detalles.

- Van a tener que mandarnos más misiones de este estilo Cathe-. Comento Robert antes de salir.- Estas muy guapa.
- Gracias cariño-. Dije saliendo de casa.


- Rosa, Alejandro-. Gonzalo Rico se acercaba a nosotros.- Que placer veros-. Beso mi mano y estrecho la de Robert.
- Gracias se…-. Gonzalo me miro.- Gonzalo-. Sonreí intentando parecer inocente.
- Tan encantadora como siempre Rosa, mi esposa esta en el salón de baile-. Comento.- Yo me llevo a tu marido.

Antes de poder decir algo, ya me había quedado sola y mirando alrededor ande hasta el salón de baile, vi a la señora Aurora bailando con un chico que debería tener un par de años más que yo y de pronto un hormigueo recorrió mi espalda, me giré y alzando la cabeza encontré los ojos de David, no estaban chocolate, eran oscuros, me estremecí.

- Buenas noches-. Dijo con una sonrisa.
- Buenas noches-. Incline la cabeza.- ¿Te apetece bailar?
- Que lanzada-. Murmuro.
- Es hora de que cambien las cosas-. Sonreí y fuimos a bailar.


Después de bailar un rato, David me presento a su hermano Ricardo, tal como había intuido, Ricardo rondaba los veintisiete. Era casi tan alto como David, pero era la viva imagen de Gonzalo, viendo a los dos hermanos juntos no tenían ningún parecido. Ricardo tenía el pelo y los ojos negros del padre, su rostro era duro pero la sonrisa si era de Aurora. Recordé a Manuel y se me empañaron los ojos, me disculpé con la familia y salí del salón. Iba en busca de un sitio tranquilo, cuando escuche a Robert, Gonzalo y alguno de sus amigos hablar en el despacho.

- Me han informado que me están investigando-. Dijo Gonzalo.
- No será para tanto hombre-. Comento uno de los hombres quitándole importancia.
- La rosa del Norte está en España-. La voz de Gonzalo sonó dura y ahogue una exclamación.
- ¿La rosa de qué?-. Escuche la voz de Robert preguntando.
- La rosa del Norte, es una de las mejores agentes secretas de Inglaterra-. Informó Gonzalo.- Trabaja para el MI6 y me han dicho que es horriblemente fea, fría, solitaria.
- Entonces no tienes de que preocuparte amigo-. Dijo otro de los hombros.- Tú solo te rodeas de mujeres guapas.

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