Candela seguía mirando a su madre. - ¡Sergio!-. Exclamo Lydia.- Por lo visto se ha separado de su mujer, lleva un año separado, pero ha estado viviendo de alquiler y ahora se vuelve a casa de sus padres-. Comentaba mientras guardaba la compra.
- Vaya es una pena-. Dijo Candela mientras ayudaba a su madre.- Pero estaban muy bien juntos ¿no? Lo único que les faltaba era tener un bebé para completar la familia.
- Pero que bebé Candela, si no tenían tiempo ni para ellos mismos, por eso se han separado. Porque los dos trabajan sin parar. Me he enterado que llegaban a casa y cogían los ordenadores cada uno por su lado y ¡al coño!-. Dijo Lydia bajito pero aumentando hasta llegar a la palabrota.- Y así no se puede mantener una relación Candela.
No dándole importancia al asunto pasaron algunos días, una tarde Candela salía de casa con su hermano Julio y se encontraron con Sergio, había cambiado, ya no parecía Aladdín pensó Candela, estaba rapado, mucho más musculoso, lo que no había cambiado era su sonrisa y sus profundos ojos negros.
- Hasta luego-. Sergio la saludo cortésmente.
- Adiós-. Sonrió Candela.- Pues lo que te decía Julio, el examen estaba para que suspendiera la gran mayoría, pero yo he sacado un 8.5-. Comentaba mientras caminaba y se reía.
A Sergio tampoco se le pasó por alto que Candela había cambiado, ya no era la pequeña niña de rizos dorados, ahora sus rizos habían adquirido un tono oscuro, sus ojos seguían siendo grandes y marrones y en su boca seguía esa sonrisa permanente, se preguntaba si alguna vez la había perdido, por alguien o algo.
- Que bien a crecido la mocosa-. Se dijo para sus adentros cuando se asomo para verla caminar.- Me acabo de encontrar con la niña de Lydia-. Comento al entrar en casa de sus padres.
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