- ¡Maldita Candela!-. Carmen no podía creer la desvergüenza de la chica que un día había sido como su hermana. Ella todavía seguía pensando en su hermano, soñaba con él e incluso le hablaba y Candela ya estaba tirándose a otro.- Pero el chollo se te acabara pronto-. Según habían dicho sus padres cuando llegaron a casa, Sergio era vecino de la golfa y la conoce desde niña.- Sabrá Dios, si la zorra no te engañaba desde el primer día hermano-. Carmen ardía, ardía de rabia y de dolor.- Rafa, hermano no te preocupes de nada, que yo solucionare esto.
Algo tenía que hacer pensaba mientras entraba en la habitación de Rafa, se sentó frente al ordenador y miro alrededor.- ¡Eso es!-. Exclamo finalmente.
- ¿Cómo te encuentras?-. Sergio miraba a Candela preocupado, llevaba un rato muy callada. Después de despedirse de la familia de Rafa, se la había llevado al Centro Comercial, para que se despejara un poco.
- Me siento…-. Candela suspiro y miro las vistas, el Centro Comercial estaba situado en el mismo Puerto de la ciudad, por lo que desde la terraza donde estaban tomando algo se veía la ría.- Bien y mal-. Acabo diciendo.- Bien por nosotros, por todo y mal por Carmen. Me da mucha pena lo mal que lo está pasando y me da rabia que haya insinuado que yo engañaba a su hermano.
- No todo el mundo tiene tu entereza y estoy seguro de que lo dijo sin pensar-. Le dio un beso en la sien y la atrajo a él.
Agosto llevaba a su fin a la velocidad de un rayo, estaba siendo un mes de lo más activo, todos los días después de trabajar, Sergio llevaba a Candela a la playa y luego daban un paseo y volvían a casa, o él la invitaba a cenar, al cine, a helados, le compraba ropa. Bastaba con que Candela mirara algo más de dos minutos para que Sergio se lo comprara.
- Sergio ¡por favor!-. Candela estallaba una tarde.- No quiero que sigas pagándome todo.
- Pero, ¿por qué mi vida?-. Pregunto confundido, a menos que las cosas hubieran cambiado, él siempre le compraba todo a Clara, la diferencia es que a Clara se le antojaba todo, y no tenía reparos en pedir lo que fuera.
- Porque yo tengo dinero, y puedo pagar mis cosas-. Resoplo Candela, como si fuera la cosa más obvia del mundo.
- Pero, cariño, quiero consentirte-. La abrazo y le dio un beso.
- Y yo te lo agradezco, pero me siento mal. Dentro de poco tendré que salir mi habitación con todo lo que me estas comprando-. Le devolvió el beso sonriendo.- A parte las cosas han cambiado, ahora las chicas también se pagan sus cosas, vamos yo siempre lo he hecho-. Rió.
- Pues no te sientas mal, con gusto te regalo todo lo quieras-. Le dio un beso más largo e intenso para finalizar la discusión.
- Me va a costar empezar el nuevo curso-. Comentaba Candela un día de Septiembre, mientras miraban material escolar.- Ha sido un verano muy intenso.
- ¿Cómo de intenso?-. Sergio la miro ansioso.
- Mucho-. Candela lo atrajo y lo beso tan intensamente, como había sido ese verano.
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