5 de junio de 2014

Capítulo 3...

Era nuestro primer acto como ‘’matrimonio’’ y yo no sabía si reír histérica o llorar como una Magdalena, aunque no era una de mis opciones elegí la neutralidad, es decir que un gesto amable adornara mi cara.

- Tranquila-. Robert me agarro la mano y me la apretó con fuerza.- Va a salir todo bien-. Me dio un beso en la mano y yo asentí en el momento justo de llegar.
- Empieza la función-. Dije para mí.


La casa de Gonzalo Rico era inmensa y casi se me cortó la respiración al entrar dentro, si por fuera era imponente ya por dentro era harina de otro costal. Las paredes estaban ricamente vestidas con cuadros, espejos y otros adornos, los suelos estaban cubiertos por alfombras y se respiraba un aire cargante. Los salones estaban llenos de gente disfrutando de la música, comiendo del catering o hablando distraídamente sobre temas banales. De pronto una sensación extraña recorrió mi columna y apreté la mano de Robert, giré la cabeza pero no vi nada raro.

- ¿Qué te pasa?-. Susurro Robert cerca de mi oído.
- No se-. Me encogí de hombros.- Ha sido una sensación muy rara.
- Serán los nervios-. Poso su mano en mi cintura y me guió hasta un grupo de gente.
- Será-. Dije sin mucho convencimiento y volví a mirar atrás.
- Señor Rico-. Escuché decir a Robert.- Me gustaría presentarle a mi esposa.

Cuando volví a mirar al frente me encontré con un par de ojos negro oscuros, muy oscuros que me miraban fijamente y con detalle. Su mirada ávida se poso en la base de mi garganta, bajo a mis pechos y finalmente volvieron a mis ojos, tragué con dificultad y Gonzalo Rico cogió mi mano.

- Es un placer-. Poso sus labios en mis nudillos y espero ahí unos segundos.
- Me llamo Rosa, señor Rico-. Mi voz sonó hueca en mis oídos mientras me soltaba la mano y disimuladamente me la pasaba por la tela del vestido.
- ¡Oh! Llámame Gonzalo-. Dijo aún mirándome.
- Tenía ganas de conocerlo Gonzalo-. Sonreí.- Me marido me pone la cabeza loca hablando de sus futuros negocios.
- Pero no hablemos de negocios hoy, querida-. Su mirada no se apartaba de mi rostro.- Hoy es un día de disfrute, de conocer gente-. De repente miró a Robert y yo volví a sentir esa sensación rara en la columna.- Alejandro, te robo a tu esposa, se la voy a presentar a Aurora-. Me volvió a mirar.- Mi esposa estará encantada de conocerte-. Me ofreció su brazo para que me fuera con él y lo agarré. Habíamos avanzado por uno de los salones cuando se detuvo y se planto frente a mi.- Antes de presentarte a mi esposa, quisiera que todos me tuvieran un poco de envidia.
- Estoy segura de que ya le tienen la suficiente envidia señor Rico-. Sonreí.
- Gonzalo, Gonzalo-. Dijo mientras reía.- Pero, sería un pecado no bailar con la mujer más hermosa de la fiesta. Después de mi esposa, por supuesto.
- Por supuesto-. Dios ¿Dónde me había metido? Esperaba que esto sirviera de algo.

Antes de poder darme cuenta ya me encontraba dando vueltas con él en la pista de baile, poco a poco la gente se fue arremolinando a nuestro alrededor, entre ellos Robert. Nadie bailaba, todos miraban como Gonzalo Rico bailaba con una morena vestida de llamativo rojo. Si hubiera tenido vergüenza, mi cara hubiera estado mucho más roja que el vestido, pero no estaba haciendo nada malo, y ese hombre no me causaba ningún sentimiento y mucho menos miedo.

- Rosa, quiero presentarte a Aurora-. Dijo Gonzalo, una vez habíamos terminado de bailar y nos dirigíamos hacia un grupo de mujeres.
- Así que tú eres la Rosa roja de la que todos murmuran-. Su mirada me analizó de arriba abajo y sonrío cálidamente.- Es un placer conocerte.
- El gusto es mío señora-. Sonreí tímida, era una mujer hermosa, cálida y no llegaba a entender como estaba con un asesino.
- Si me disculpan señoras, he de hablar con unos amigos-. Gonzalo se despidió con una inclinación de cabeza y le dio un beso afectuoso a su esposa en la frente.


Las horas siguientes fueron un completo aburrimiento y salvo la sensación rara en la columna y las veces que Robert me sacaba a bailar me dedique a hablar con Aurora, quien rápidamente cogió confianza conmigo y me acabó contando como conoció a Gonzalo y como se enamoró de él. Llegó un momento en que ya no podía estar más en ese salón y me fui a los jardines a tomas un poco el aire, suaves luces inundaban el ambiente y el aire era frío, pero a mí me parecía perfecto. De pronto volví a sentir una sensación rara a mi espalda y al darme la vuelta toqué instintivamente la pequeña pistola que siempre llevaba en el muslo.

Entonces lo vi por primera vez, era el hombre más apuesto que había conocido en mi vida. Su pelo color bronce estaba peinado hacia atrás, no distinguí a ver el color de sus ojos, pero seguro que eran preciosos. Sus labios eran gruesos y una sonrisa adornaba su cara, era mucho más alto que yo y sentí un escalofrío.

- Buenas noches-. Dijo y su voz me sonó más dulce que la miel.
- Buenas noches-. Conteste hipnotiza mientras se acercaba a mí, lentamente, con andares de pantera.
- ¿No tiene frío aquí?-. Pregunto cuando ya estábamos frente por frente, negué.- Debe ser una mujer de sangre caliente-. Sonrió con picardía.
- Como buena española-. Entonces mi mente se activo: eres una mujer supuestamente casada, déjate de gilipolleces.- Discúlpeme, mi marido me está esperando-. Hice un intento de huida, pero evidentemente no salió bien.
- Llevo observándola toda la noche-. Dijo sinceramente, intente no sorprenderme ¿Él había sido el hormigueo en mi espalda? Cerca como estábamos y levantado la cabeza por fin pude ver el color de sus ojos y casi me derretí al descubrir que eran de color del chocolate.- Es usted la mujer más guapa, de todas las cacatúas ahí reunidas-. No pude evitarlo y reí a carcajadas.- Salvo mi madre, claro. ¿Sabe que esta noche la han bautizado?
- Algo he oído, pero pienso que es una tontería-. Me encogí de hombros, quizás había sido un error ir de rojo, y llamarme Rosa. A lo mejor había levantado sospechas.
- Puede-. Coincidió él.- Entonces su nombre es Rosa ¿me equivoco?-. Su mirada se cruzó con la mía.

- ¡Rosa!-. La voz de Robert llegó a mis oídos.
- Estoy aquí tesoro-. Dije mirando al desconocido y a los pocos segundos Robert estaba al lado nuestro.- ¿Nos vamos ya?
- Buenas noches-. Se despidió Robert.
- Buenas noches-. Sonreí yo también para irme de la mano de Robert.

Cuando salía de la casa de Gonzalo Rico creía que no iba a volver a ver más al desconocido de ojos chocolate, la verdad me había impactado un poco la manera de hablarme y de mirarme. Seguro que era porque no estaba acostumbrada y es que la vida de policía secreta no era una tontería y apenas tenía tiempo para el ocio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario