16 de agosto de 2013

Capítulo 40...

- ¿De verdad?-. Sergio seguía mirándola incrédulo, Candela asintió.
- No me gusto la forma en que te hablo, y en la que se refirió a mi-. Imito la voz de Clara con burla. Ambos rieron.
- No digas eso, yo nunca te usaría como sustituta de alguien, mi vida-. Le cogió las manos y le dio un beso en cada una.- Candela, yo se que tu quieres ir poco a poco, pero…-. La miro a los ojos y haciéndolo se sintió más fuerte.- Pero no aguanto más, quiero que esto sea algo serio, quiero que seas solo mía-. Ella lo miro confundida.- Quiero que seas mi novia, perdóname si sueno anticuado, hace tiempo que no lo hago-. Ambos rieron.
- Eso espero, que no lo hagas a menudo-. Soltó Candela con una sonrisa complacida.- Me encantaría ser tu novia-. Volvieron a reír y a dando un paso adelante se besaron.
- Esta era mi otra sorpresa-. Dijo cuando se apartaron, fue al salón y saco una caja alargada del bolsillo de su chaqueta, que descansaba en una silla.- Es una prueba de mi amor por ti-. Le puso la caja en las manos, Candela abrió los ojos sorprendida.
- Sergio-. Susurro sin aliento.- Es preciosa-. Miro la pulsera que había dentro, le daba miedo tocarla, era tan bonita. Era una pulsera de cadena de oro, en un extremo tenía un corazón.
- Me alegra que te guste-. Sergio sonrió, cogió la pulsera y se la puso. Le dio un beso en el interior de la muñeca.- Gracias Candela, por hacerme tan feliz.
- Las gracias a los curas, a mi me besas para demostrar agradecimiento-. Ordeno con una sonrisa Candela, para luego besarlo.

Después de ese momento tan especial e íntimo ambos se pusieron a terminar la comida, de un momento a otro llegarían los demás, no había pasado ni media hora cuando ya todos estaban en casa y Sergio se encargo de dar la noticia a los chicos.

- Para eso has venido ¿no bribón?-. Carlos sonreía y le daba golpes en la espalda.
- Bueno, no exactamente-. Aclaró Sergio.- Pero si no era hoy, era mañana.

Las felicitaciones a ambos se sucedieron y después se dedicaron a comer la rica comida que Candela con la ayuda de Sergio había preparado. Se declaró fan absoluto de sus manjares, era toda una caja de sorpresas, no se iba a aburrir nunca. Siempre tenía una frase ingeniosa, o una frase que rompía todos los esquemas, era única y de eso no tenía la menor duda. Su Candela.

Después de comer los chicos recogieron la mesa mientras las chicas hablaban en el sofá y reían de tonterías y así en una nube de felicidad constante llego el domingo… Estaban completamente reventados, la noche anterior habían salido a un local del pueblo a celebrar el nuevo romance de Candela y Sergio, pero Candela con una vitalidad sorprendente había obligado a todos a ir a la piscina.

- No entiendo cómo están tan activa, nos acostamos muy tarde y eres la que más bailo con diferencia-. Sergio sonrió al recodar a Candela bailando en el local.


- Quiero ser la única que te muerda la boca-. Cantaba Candela para luego morder el labio de Sergio.- Quiero saber que la vida contigo no va a terminar-. Bailo cogiendo la larga falda que llevaba para moverla flamencamente.

Había sido una noche muy divertida, la música había sido buena toda la noche, muy actual, pero a medida que avanzaba la madrugada ponían música de toda la vida, como la que ponía su madre cada vez que limpiaba la casa y le resulto más divertido aún que Candela se supiera la mayoría de ellas y que las bailara, y ahora recostados en la tumbona de la piscina haciéndose mimitos, no daba crédito a lo despierta que estaba Candela.

- Valla, valla-. La voz de Clara los distrajo momentáneamente para continuar con lo suyo.- Que bonita escena-. Dijo sarcásticamente al ver que no se molestaban ni en responder. Se fue con su hermano a una tumbona retirada de ellos.- ¿Llevan mucho aquí?
- Un rato-. Dijo Diego sinceramente, pero nada preocupado.- No te entiendo Clara, te divorciaste de él por algo-. La miro.- ¿Por qué estas tan enfadada ahora?
- Me da coraje que sea feliz con otra, yo no quiero nada con él, pero no quiero que sea feliz-. Escupió mirando desdeñosa al otro lado de la piscina, donde Sergio besaba a Candela.
- Eres como el perro del hortelano Clara-. Suspiro Diego.
- ¿Y tú qué? A ti te gusta Candela, no te debería gustar esta relación-. Miro a su hermano y esas palabras hicieron mella en la conciencia de Diego.
- No soy celoso-. Declaro.

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