- ¡BIEN!-. La multitud empezó a aplaudir.
- Primer día de capeas acabado-. La voz de Candela llego a sus oídos mientras que Sergio se daba la vuelta para que ella no lo viera.
- Vamos a ver a mi tía Candela, que tenía ganas de verte-. Sugirió Carlos mientras avanzaban por la ya segura Calle Pozonuevo.
Después de todo no había perdido tanto la tarde, pensó Sergio. Ya sabía dónde podría encontrar a Candela.
- ¿Dónde has estado toda la tarde Sergio?-. Pregunto su madre no dándole tiempo casi a entrar en casa.
- He estado con unos amigos-. Respondió con un gesto de la mano para quitarle importancia y se sentó a cenar.
Cuando se acostó la voz de Candela lo acompaño durante toda la noche, a Candela por el contrario le costaba dormir…
- Venga Candela, solo un ratito, cuando te sientas mal te acompaño y me quedo contigo-. Suplicaba Carlos.
- Por favor no insistas-. Candela lo miraba con ojos verdes.- No me encuentro bien, ha sido un día de muchas emociones, no tengo fuerzas. Y no quiero amargarte la noche-. Candela se lamentaba.
- Sabes de sobra que nunca me amargas, ni en tus peores momentos-. Carlos la abrazó-. Está bien, pero si necesitas algo, me llamas o a mi madre.
- Vete tranquilo-. La voz de la madre de Carlos distrajo a ambos.
- Gracias Lola-. Candela sonrió.
- ¿Cómo estas?-. Pregunto Lola, una vez que Carlos se había marchado al recinto ferial.
- Estoy, que ya es algo-. Candela suspiro.- Ha sido un día muy duro, muchos recuerdos, emociones. Echo tanto de menos a Rafa-. Dijo mientras Lola, que siempre la había tratado como una hija, le acariciaba el pelo hasta que se quedo dormida.
- ¡Rafa!-. Candela estaba mirando a un chico alto a los ojos.
- Candela-. Suspiro el chico-. Te quiero, lo sabes. Te adoro, lo dudo. Te amo, lo juro-. Le dijo el chico mientras le acariciaba la mejilla y la besaba suavemente.
- Yo también te amo Rafa, te echo de menos-. Sus mejillas estaban húmedas.- Quiero estar contigo mi vida.
- Sabes que eso no puede ser…
- ¡Rafa! ¡Rafa! ¡RAFA!-. Candela dio un grito que despertó a Carlos.
- Candela, tranquila-. Carlos se levanto y la abrazo mientras ella lloraba desconsoladamente.
La tarde siguiente se presentaba igual o eso pensó Sergio, pero Candela no se presento a la valla y se preocupó, después escucho a Carlos decir que estaba cansada. La tercera tarde de Capeas, Sergio seguía vigilando a Candela como un furtivo vigila a su presa, se deleitaba con los cantes, bailes y bromas de la muchacha. La cuarta tarde sí que fue más sufrida.
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