- Es verdad ¿a qué venía todo eso?-. Pensó Sergio.
Echando la vista atrás se acordó de todo lo que paso el mes anterior, el reencuentro, Las Capeas, las veces que la había visto venir de la playa, su sonrisa, su luminosidad. En todas las ocasiones estaba tan guapa, rezumaba vida y felicidad, él mismo había sentido en sus propias carnes la alegría que transmitía, la dulzura de su voz, con Clara nunca le había pasado, era demasiado seria. Candela por el contrario hacía que todos a su alrededor estuvieran más alegres con sus vidas, la volvió a mirar, esos grandes ojos marrones habían cambiado, ahora se dejaba ver en ellos un destello de verdor. Se acerco a ella y le dio un beso cerca de la comisura. Fue breve, intenso y ninguno de los dos se movieron, él por la tranquilidad de que ella no se había echado para atrás, y ella de lo sorprendente que estaba resultado la tarde.
- Candela, yo…- Sergio no sabía ni que decir. Ahora se sentía mucho mejor que antes, pero le faltaban palabras para expresarse.
- Lo siento, tengo que irme-. Candela se levanto y soltó su mano de la de él.- Buenas noches-. Bajo y entro en su casa.
Mientras veía una película para tener la mente ocupada, Candela inconscientemente se tocaba el lugar donde Sergio le había dado un beso, todavía no se lo creía, ¿en qué momento todo había cambiado? Tan ciega estaba ella para no darse cuenta de a donde conducía toda la conversación, no es que estuviera ciega, se dijo a sí misma. Es que desde Rafa las ideas románticas pasaron a un segundo plano para ella. En cambio para Sergio todo había sido muy real y muy intenso, él nunca pensó en el ideal romántico, quizás por eso su matrimonio se había ido a pique, aunque no toda la culpa había sido suya, Clara tampoco era muy romántica, raro, pero cierto.
- Menos mal que estamos en verano-. Pensó Candela al poner un pie en el suelo la mañana siguiente.
Se había pasado la noche en vela, dando vueltas en la cama y no había descansado. Si le llega a pasar en mitad del año escolar se hubiera dormido en plena clase, y la clase de Lengua era como para despistarse, bastante consideranción le habían tenido durante todo el curso con lo de Rafa. La noche de Sergio no había sido de las mejores en el aspecto del descanso, pero se sentía vivo y tenía clavada en la cabeza la mirada de destellos verdes de Candela. Después de mucho pensar llegó a la conclusión de que nunca había sido tan feliz, pensó en el día de su boda, si, también había sido feliz, pero no había comparación. En aquel momento estaba cegado, ahora con la mente despejada y la vista bien clara se daba cuenta de lo que era felicidad.
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