- Te invito a cenar-. Dijo Sergio cuando estaban montados en el coche.- Y no vale salir corriendo y dejar el dinero en la mesa.
- Vale-. Ambos rieron.
- ¿Sabes qué no puedo dejar de mirarte?-. Confeso Sergio una vez habían acabado de cenar, estaba muy guapa y era cierto que no había dejado de mirarla en toda la noche, llevaba el pelo rizado unos short vaqueros y un blusón negro que los tapaba.
- Me voy a poner roja-. Dijo Candela cuando ya estaba como un tomate.
- ¿Alguna vez te han dicho que eres preciosa?-. Sergio le cogió la mano y se la acaricio.
- Si-. Sonrió con tristeza.- Siento que no seas el primero-. Se empezó a reír.- Siento también haber arruinado tu intento de ligar-. Esta vez se rieron los dos.
- Valla, me has fastidiado el plan-. Dijo Sergio con falso enfado.- ¿Te apetece dar una vuelta?-. Sugirió mientras pagaba.
- Mmm…-. Candela dudo.- Será mejor que lo dejemos para otro día.
- Está bien, ¿qué te parece mañana?-. pregunto riendo.
- Deja que me lo piense-. Sentencio con una sonrisa.
De vuelta en el coche Candela se dejo llevar cantando una canción de Manuel Carrasco que le encantaba, tenía unas canciones tan profundas y reales.
- Pasaran los años y en mi sangre te tendré-. Finalizo Candela con los ojos verdes.
- Cantas muy bien, supongo que tampoco soy el primero que te lo dice-. Sergio reía cuando sus miradas se cruzaron.
- La verdad, no, no eres el primero-. Sonrió.
- Tus ojos son un misterio Candela-. Le acaricio la mejilla mirándola fijamente cuando se paró en un semáforo.- Son marrones ¿verdad?-. Arranco esperando una respuesta.
- Lo son, pero cuando se humedecen se vuelven verdes-. Comento.
- ¿Quieres decir que vas a llorar?-. Le pregunto
- Espero que no-. Dijo Candela riendo.- Es que esta canción es especial para mí, muchas lo son.
- Tú también eres muy especial-. Sergio le puso un mechón de pelo detrás de la oreja.
- Sergio-. Murmuro Cogiéndole la mano y apartándola del pelo, pero manteniéndola entre las suyas.- Necesito tiempo, me siento bien contigo, me gusta tu compañía y me haces reír. Pero, poco a poco, por favor-. Lo miro a los ojos.
- Ya sabes que yo también me siento muy bien contigo-. Dijo cuando ya estaban aparcados en la puerta de casa.- Más que muy bien-. Le devolvió la mirada y acercándose muy lentamente le dio un suave beso mientras soltaba su mano y la ponían en el pelo de Candela, acariciándolo.
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