A Carolina, una rubia de ojos negros, estudiante de filología hispánica no se le paso por alto, ni mucho menos, la sonrisa que curvo la boca de su amiga y se pregunto si la llamada que había cogido antes tenía algo que ver.
- ¿Buenas noticias?-. Pregunto Carolina sin cortarse.
- Eso espero-. La sonrisa de Candela permanecía ahí mientras seguían preparando una ensalada de pasta.
Carolina conoció a Candela empezando la secundaria y desde entonces fueron inseparables, se conocían a la perfección.
- ¿Has conocido a alguien?-. Inquirió Carolina.
- Puede ser-. Dejo caer Candela, sin querer soltar prenda. Las dos rieron.
<< Me encantan las sorpresas. Yo también te echo de menos. Besitos.
Un rato después ambas estaban metidas en la piscina disfrutando con los chicos. Cuando recogieron la mesa entre todos, una vez acabada la comida los chicos se ofrecieron voluntaria y generosamente a fregar y limpiar la cocina y ellas sin dudarlo corrieron al sofá, antes de que alguno se arrepintiera.
- Nosotras vamos a hacer las camas-. Dijo Candela cuando los chicos estaban terminando-. Alguno que suba ahora, que a la litera de arriba no llegamos.
El resto de la tarde la pasaron en la piscina, el jacuzzi y la sauna, entre mil fotos y bromas. Con la fresquita llego el turno de las duchas y arreglarse, esa tarde decidieron dar una vuelta por los alrededores para familiarizarse, ya tendrían tiempo de ir al pueblo, a la playa, al centro comercial, etc. Eran un grupo de lo más alegre, hacían bromas de todo, se llevaban bien y hacía tiempo que no pasaban tiempo juntos, esas vacaciones le vendrían bien a los cinco.
- Te veo bien Candy Candy-. Nacho era un moreno de ojos color topacio que te caía bien o te caía bien, lo conoció a la vez que Carolina y los tres eran una piña.
- Gracias-. Candela le dedico una sonrisa.- Me siento muy bien.
Después de cenar se sentaron en el patio de delante a comer helado y contar como le había ido el curso. Cuando las horas avanzaban y empezaba a hacer frío, entraron y siguieron con las anécdotas.
>> Espero que lo estés pasando bien, tengo ganas de que nos veamos. Besos.
Sergio estaba que botaba, quería estar con Candela, oír su risa, su voz. Abrazarla, mimarla y sobre todo llenarla de besos, pero el trabajo se lo impedía. Ahora que su padre estaba disfrutando de unas vacaciones con su madre, el estaba a cargo de la empresa. La cosa estaba muy mal en el mundo de la arquitectura, así que, que la empresa de su padre fuese una de las pocas que se escapaban de la crisis, era para alegrarse. Suerte que gracias a las redes sociales sabía perfectamente donde se encontraba Candela.
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