- ¿Qué Candela?-. Carol le dirigió una mirada cómplice.
- Sergio me está gustando mucho, mucho más de lo que yo imaginaba-. Candela y Carolina sonrieron como niñas y se abrazaron.
Contándole a Carol lo acontecido las semanas anteriores se quedaron dormidas y abrazadas. A la mañana siguiente Candela se levanto a preparar el desayuno como hacía normalmente y se sorprendió cuando vio a Sergio con su 1.90m hecho un ovillo en el sofá, sonriendo se acerco y lo miro dormir. Parecía un niño muy grande y sin perder la sonrisa se fue a la cocina.
- Buenos días-. Dijo Sergio susurrando en su oído mientras la abrazaba por la espalda.
- Buenos días-. Candela sonrió y él le dio un beso en el cuello.- ¿Has dormido bien?-. Se giro para mirarlo.
- Todo lo bien que se puede dormir en ese sofá-. Miro al sofá con una ceja arqueada, rieron.- Pero ha merecido la pena, recién levantada eres todavía más guapa. ¿Cómo puede ser posible?-. Candela se encogió de hombros y se dieron un beso.
Poco a poco todos fueron bajando a desayunar y juntos empezaron a hablar de los planes para el día.
- ¡Ah! Candela, te pido como amigas que somos, que no vuelvas a dormirte abrazada a mí, tienes la piel ardiendo. Das mucho calor-. Carolina se quejaba.
- Que me lo digan a mí-. Julio la siguió.- Es una estufa, no se como no te pones mala a ti misma con esa calor corporal que tienes.
- Se llama termorregulación-. Intervino Nacho cultamente.
- Pero es que yo no me la noto, solo en las manos y bueno en invierno sabéis que siempre tengo más calor-. Se disculpo Candela.
- Que me lo digan a mí-. Julio la siguió.- Es una estufa, no se como no te pones mala a ti misma con esa calor corporal que tienes.
- Se llama termorregulación-. Intervino Nacho cultamente.
- Pero es que yo no me la noto, solo en las manos y bueno en invierno sabéis que siempre tengo más calor-. Se disculpo Candela.
- Pues a mí en invierno me encantaba cogerle las manos y abrazarla-. Declaro Carlos.- Bueno, te quedas hasta el domingo ¿no Sergio?-. Carlos formulo la pregunta que rondaba en todas las cabezas, Sergio reacciono después de haber escuchado toda la conversación anterior y miro a Candela, ella le devolvió la mirada.
- Bueno, haber que dice Candela-. Sonrió.- A mi no me importaría, pero esté sofá es un tormento-. Todos sonrieron.- Por supuesto quédate, hablo en nombre de Candela-. Julio sonrió.- Si te quedas probaras la comida que hace mi hermana-. Rieron y empezaron a hablar entre ellos de la comida de Candela, todos se volvieron a mirar a la chica de rizos dorados que seguía sin hablar.
- Claro-. La sonrisa de Candela apareció.- Quédate.
- Genial-. Dijeron al unísono y sonrieron a la pareja, Candela estaba muy feliz, sin duda merecía toda la felicidad que le llegara, y esa felicidad tenía nombre.
Después de dejar recogida la casa los seis se fueron a la piscina, no sin antes dejarle a Sergio un bañador. Pasada media mañana Candela volvió a casa acompañada de Sergio para preparar la comida.
- ¿Sergio?-. Una voz los hizo detenerse en la puerta, y girando se encontraron con una rubia.
- ¿Clara? ¿Diego?-. Sergio la miro sorprendido, era el calor, pensó. No podía ser que Clara estuviera aquí.
- Sergio-. Candela lo miro.- ¿Los conoces?-. Sergio salió de su aturdimiento momentáneo, si Candela los había visto es que en realidad estaban ahí.
- Candelita-. Diego se acerco a ella con ojos de lobo y a Sergio se le quedo la boca seca ante tanta familiaridad.- Es mi cuñado. ¿Cómo no nos va a conocer?-. Sonrió y miro a la rubia que tenía cara de pocos amigos.- Bueno, ex cuñado-. Y ante esta aclaración todos se miraron entre ellos.
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