10 de junio de 2014

Capítulo 8...

No sé cómo y cuando llegue a la cama, pero seguro que Robert estaba detrás, a la mañana siguiente mi estado de ánimo era más que evidente, así que después de darme unas palmaditas en la cara cogí ropa deportiva, me puse los zapatos y con el mp4 colgado de mi cuello salí a correr y a intentar pensar.

La cosa era sencilla, Gonzalo Rico sabía que estaba aquí, piensa que soy fea, aunque eso era lo de menos, piensa que hay un topo y poco más porque ese hombre no había sacado más pensamientos a relucir. El problema ahora estaba en cómo hacer las preguntas oportunas sin levantar sospechas. Esperaba que Gonzalo le hubiera contado a Aurora sus inquietudes, tal como ella comento que solía hacer. Pero ¿cómo preguntaba ella? Estaba descartada la idea de decir que Robert se lo había dicho, a lo mejor con otro método, pero ¿cuál?

Corría de vuelta a casa cuando me topé con una pastelería bastante bonita, me paré en el escaparate y había todo tipo de dulces, y lo que más llamo mi atención scones. Sonreí abiertamente y enseguida mi mente empezó a trazar un plan.

- Buenos días chicos-. Dije entrando en casa, me acerque a Manuel y le di un beso en la frente.
- Buenos días-. Sonrío de vuelta.- ¿Qué tal anoche?
- Bien, todo lo que hacíamos en casa en Año Nuevo era verdad Manuel-. Sonreí, con nuestros padres siempre habíamos celebrado el Año Nuevo como los españoles.- Pero ha sido tan diferente Manuel-. Cogí su mano y lo mire.- Te eche mucho de menos anoche.
- Es verdad-. Dijo Robert entrando en la conversación.- Recuerdo algunos Año Nuevo en casa de vuestros padres, y era muy divertido, nada que ver con lo de anoche. Gente tan estirada hablando de tonterías y comiendo con miedo-. Los tres reímos.

Después de desayunar con los chicos, me di una ducha y me vestí. Estaba sentada en el portátil hablando con el señor Peter, cuando mi móvil vibró ruidosamente y el alma se me cayó a los pies cuando vi el nombre de David en la pantalla. La mano me picaba por cogerlo y decirle que viniera a casa, decidí apagarlo, después de todo, no era mi móvil de verdad.


- Cathe-. La voz de Robert me distrajo.- ¿Comemos fuera?
- Mmmm… no sé-. Me encogí de hombros.
- Pues venga arréglate-. Dijo alentándome.- Manuel ya se está preparando.
- ¿Por qué vamos a comer fuera?-. Pregunte confundida.
- Vamos a un sitio donde amigos de Gonzalo Rico nos verán-. Comento Robert.
- Entonces Manuel se queda-. Dije enérgicamente mientras me ponía de pie.
- ¿Por qué? Se supone que somos una familia, tenemos que llevarlo-. Robert me miro intentando poner fin a la conversación.
- Per…
- Es una orden Catherine-. Dio un golpe en la mesa y lo mire fijamente.
- ¿Puedo irme?-. Pregunte firmemente, como cuando estaba en la Academia y Robert asintió cansadamente.

Me dirigía a mi habitación cuando Manuel salía de la suya, quiso decir algo, pero al ver mi expresión dura no lo hizo, minutos después salía lista para comer fuera y pasearme delante de los amigos de Gonzalo Rico, para demostrar que éramos una familia normal, que celebraba el principio de año como cualquiera.

- Hola-. Saludamos al unísono al entrar en el restaurante.
- Bienvenidos ¿Esperan a alguien más?-. El camarero nos pregunto.
- No-. Dijo Robert.- Mesa para tres por favor.

El hombre nos acompaño a una mesa muy bien situada, con vistas a un jardín muy cuidado. Robert y Manuel pidieron sus bebidas mientras yo miraba a la nada.

- Rosa, cariño-. La voz de Robert me saco de mi ensoñación.- ¿Vas a tomar vino o agua?
- Agua, por favor-. Dije mirando al camarero.


- ¡Alejandro!-. Esa voz enseguida llamo mi atención, la había oído antes, al girar la cabeza vi a un hombre que se acercaba a nosotros con una mujer del brazo. Robert, Manuel y yo nos levantamos.
- Pedro ¿Qué tal el primer día del año?-. Sonrió Robert mientras le estrechaba la mano al hombre alto de cabellos canosos.
- Muy bien muchacho-. Dijo Pedro con una sonrisa.- Por cierto, te presento a mi esposa Sofía-. La señora hizo una inclinación de cabeza con un porte regio mientras Robert le cogía la mano y se la llevaba a la altura de la boca sin rozarla.
- Encantada señora-. Soltó la mano y cogió la mía.- Pedro, déjeme que le presente a mi familia, mi esposa Rosa y mi hermano Manuel.
- Un placer-. Dije moviendo la cabeza a modo de saludo con una sonrisa en los labios, mientras Pedro me besaba la mano sin reparos.
- Igualmente, señora-. Pedro miro a su mujer y luego a Robert.- Nos vemos después Alejandro, le dejamos disfrutar de la comida con su familia.

Después de que Pedro y su esposa Sofía se retiraran y llegara el camarero con las bebidas y algo para picar, decidí levantarme a lavarme las manos, el maldito hombre me había dejado todas las babas y yo sentía que se secaban en mi piel. Cuando volví a la mesa, Robert se pego más a mí, me acariciaba la mano, me miraba fijamente y reía sin venir a cuento. La situación también me causaba risa, así que le di un golpecito a Manuel por debajo de la mesa para que él también riera y pareciéramos más normales todavía. Empezamos a hablar de tonterías, de historias inventadas para nuestro “matrimonio”, etc.

- Pedro, nosotros nos marchamos ya-. Los tres nos acercamos a la mesa del hombre.- Ha sido un placer coincidir con usted y su señora.
- Lo mismo digo Alejandro-. Dijo Pedro.- Nos vemos pronto.

Habíamos salido del restaurante y estábamos esperando a que nos dejaran el coche en la puerta cuando David apareció y nos miro a todos de arriba abajo. Estaba guapísimo y me costó Dios y ayuda no arrojarme en sus brazos, menos mal que Robert me tenía agarrada de la mano.

- Alejandro, Rosa-. Se acerco a nosotros a saludarnos y miró a Manuel interrogante.
- David-. Robert le estrechó la mano.- Que gusto verte. Es Manuel, mi hermano.
- Encantado Manuel-. Saludó David y cuando me miro se me paro el corazón.
- Hola Rosa-. Se acerco a darme dos besos.- Tenemos que hablar-. Dijo en mi oído.
- No es el momento David-. Dije separándome rápidamente.- Dentro hay amigos de tu padre.

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