17 de junio de 2014

Epílogo...

Un par de días después…

- Buenos días princesa-. Sonreí al ver a David en la puerta de la habitación con un ramo de rosas rojas.
- David por favor, no compres más flores-. Mire a mi alrededor y vi el otro par de ramos que había de ayer.
- ¿Prefieres bombones?-. Volvió a sonreír y saco una caja de detrás.
- Bien, es una caja grande-. Reí y se acerco a darme un beso.- La historia es larga y los voy a necesitar.
- Soy todo oídos-. Dijo sentándose en la cama conmigo mientras abría la caja y me ofrecía uno.

- Mi verdadero nombre no es Catherine, si no Carmen, Carmen Real Vega-. Cogí un bombón y me lo lleve a la boca.- Mi padre y tu padre eran socios, pero tu padre era demasiado corrupto para la moral y la ética del mío. Yo era un bebé cuando nos mudamos a Whitby, que es donde he vivido toda mi vida. Tu padre amenazó al mío de muerte, por eso nos fuimos a Londres, donde tuvimos que cambiar de identidad-. Ahora el que cogió un bombón fue David.
- Continua-. Me animó.
- Mi padre, tenía una relación de amistad con el jefe de la Secret Intelligence Service, el señor Peter. Él es mi jefe directo y el hombre que me ha enseñado muchas de las cosas que sé, al igual que Robert, además ha sido nuestro tutor hasta la mayoría de edad de Manuel.
- ¿Manuel?-. Me miro.

- Manuel es mi hermano, no el hermano de Robert. Hacía poco que había cumplido los diecisiete años, cuando el señor Peter nos recogió a Manuel y a mí del instituto para contarnos que mi padre y mi madre habían tenido un accidente de coche y que ambos habían muerto-. Cogimos un bombón a la vez.- En un primer momento no pensé en que fuera intencionado, pero el señor Peter me lo confirmó. Terminé mis estudios, entré en la Academia y al terminar con honores, pasé a formar parte del equipo de Robert.
- Valla-. Suspiro y cogió otro bombón.

- Soy agente de la policía secreta de Inglaterra, cuando me ofrecieron formar parte de esta locura era un cría, pero cuando entre a la Academia y empecé a especializarme en diferentes cosas, encontré mi vocación. No tenía pensada ninguna venganza contra tu padre, mucho menos que acabará herido, pero cuando me ofrecieron el trabajo una furia se apoderó de mí y acepte sin pensarlo-. Lo miré fijamente.
- Te entiendo-. Me metió un bombón en la boca.
- Sabía cosas de él y sabía que tenía negocios turbios, pero no hasta donde se extendían. Tu padre es muy poderoso-. Metí un bombón en la boca de David.

- Ahora menos-. Dijo.- Muchos de los casos en los que se ha visto involucrado Gonzalo han pasado por mis manos y una gran lista de contactos también. Tengo un amigo de moral y ética intachable que será el encargado de empapelar a Gonzalo.
- ¿Por qué le dices Gonzalo?-. Lo mire alzando una ceja.
- Eres buena, no se te escapa una-. David sonrió y se acerco a mí.- Yo tampoco te he contado todo sobre mí-. Me metió otro bombón en la boca.- Gonzalo Rico no es mi padre, mi madre estuvo casada con anterioridad, pero mi padre murió. Gonzalo ha actuado como mi padre todo este tiempo, de ahí que no compartiera sus ideas, no siguiera sus pasos, etc.

Una fuerte risa salió de mi pecho y besé a David efusivamente, ya decía yo que se parecía muy poco a su padre. David me beso con el mismo entusiasmo, ahora estaba segura no me había equivocado con él. Había arriesgado y ganado. Estaba en paz conmigo misma, con mis padres y con David.

- ¿Hasta el fin del mundo?-. Me miro.
- Solo hasta Whitby, Londres, Escocia, Holanda-. Reí y nos volvimos a besar.


Dos años después...

Campo de tiro del MI6, Inglaterra:

Me encontraba practicando tiro, con el barrigón que tenía poco más podía hacer que estar en las oficinas, los laboratorios o el campo de tiro. Estaba embarazada, a punto de dar a luz y me aburría en casa como una ostra. David, con el que me había casado no hacía ni un año, me recomendaba quedarme en casa, pero simplemente no podía. Sentí un disparo y mire a mi derecha.

- ¿Qué demonios haces aquí?-. Me quité la protección de los oídos y Robert me miro con su sonrisa de siempre.
- Me han dicho que estabas aquí-. Suspire, desde que me había quedado embarazada parecía inútil y ni Manuel, ni la señora Grace, ni Robert y mucho menos David querían dejarme sola.
- Estoy bi...-. Un dolor subió por mi columna, deje caer la pistola y noté mis piernas mojadas.- Robert-. Dije mirando al suelo.
- ¿Qué te pasa?-. Mientras guardaba su pistola se acercó a mí rápidamente.
- Ya viene-. Un nuevo ramalazo de dolor me sacudió.
- ¿Quién?-. Me miro nervioso y me agarro por los hombros.
- Quien va a ser Robert, el bebé-. Negué con la cabeza y empezamos a andar.
- ¿Qué hago Cathe?-. Le temblaban la voz y las piernas.
- Tranquilo Robert-. Acaricie su espalda mientras caminábamos.- Llama a David y dile que vamos camino del hospital. Después nos vamos a montar en el coche, tranquilamente-. Empecé con mis respiraciones y él me siguió.

Unas horas después...

Mi niña... La felicidad más grande había llegado a nuestras vidas, David estaba a mi lado contemplando la belleza que había surgido de nuestro amor. En un sillón estaba dormido Robert, sonreí al verlo, las enfermeras le habían dado tranquilizantes porque tenía un ataque de nervios. Ahí teníamos al tipo duro. Volví a mirar a mi niña, tenía escaso pelo y unos enormes ojos azules, recé para que se quedarán así, como los de mi madre, era blanquita y suave, le di un beso en su cabecita.

- ¿Cómo la vamos a llamar?-. Miré a David.
- A mi me gusta como su madre-. Sonrió y acaricio la mejilla de la pequeña.
- ¿Catherine?-. Sin perder la sonrisa, David me miro y se acerco a mí.
- Carmen, prefiero Carmen-. Le acaricié la cara y nos besamos.


FIN ♥

16 de junio de 2014

Capítulo 12...

Unas horas antes...

- Mamá-. Dije al teléfono.- Soy David-. Sonreí.- Que al final voy a comer a casa.
- Perfecto mi vida-. Mi madre hablaba al otro lado.- Le diré a Elvira que ponga otro plato en la mesa. Hoy tenemos de invitados a Rosa y Alejandro.
- Está bien mamá-. Le mande besos por teléfono y seguí centrado en mis asuntos. Estaba muy contento, habían respondido rápidamente a todas mis llamadas y todo iba como la seda.

Una sonrisa escapo de mis labios, Catherine… daría mi vida por ella, la quería tanto, pero muchas veces estar con ella era como chocar constantemente con un duro bloque de hielo, un duro bloque que se derretía en segundos y se convertía en un gran fuego que me abrasaba y consumía, pero un fuego que enseguida volvía a enfriarse. Después de terminar con el trabajo recogí mis cosas y subí al coche con dirección a casa de mis padres.


- No puede ser, me aseguraron que habías muerto en el accidente-.La voz de mi padre llego a mis oídos, estaba furioso. Caminé hasta la puerta del jardín y lo que vi allí me dejó petrificado. Mi padre estaba apuntando a Catherine con un arma.
- Ni siquiera iba en el coche y aquí estoy, para hacer justicia-. Dijo Catherine sacando una pistola para apuntar a mi padre.- ¿Qué le ha hecho a Robert?-. Gritó. Habían descubierto a Robert y a Catherine.
- ¡Catherine!-. Ella me miro y un disparó corto el aire.- ¡Nooooo!-. Grité y un segundo disparó retumbó en mis oídos.

Mi padre le acaba de disparar a Catherine y justo después Robert le había disparado a él, vi como Catherine se tambaleaba un poco y antes de que cayera al suelo y se golpeara la cabeza con él corrí hacía ella, la agarré y la apoyé sobre mí. La sangre empapaba su ropa, un miedo invadió mi cuerpo, ¿y si por mi culpa estaba gravemente herida?.

- Catherine-. Le levante un poco la camisa para ver donde tenía la herida, y suspiré aliviado al ver que llevaba un chaleco anti-balas.
- ¡Cathe!-. A mi lado se arrodilló Robert.- Aguanta.- Dijo con el móvil en la mano.- Necesito una ambulancia-. Después de colgar me miro.- Ayúdame, ponla sentada-. Empuje un poco el cuerpo de Catherine.- Bien-. Dijo y se dispuso a quitarle la chaqueta y la camisa. Le toco la espalda.- No hay orificio de salida, la bala sigue dentro, apriétale la camisa contra la herida y tápala con la chaqueta-. Se levanto y desapareció dentro de mi casa.

- ¡DIOS!-. La voz de Catherine sonó como un rugido en el momento en que apreté la herida como me había dicho Robert, era una herida en el hombro y sonreí ante el arranque que tuvo.- ¿Qué haces aquí?
- Catherine-. Le di un beso en la frente.- No pude desechar la invitación de mi madre al saber que vendrías. Menos mal que he venido
- David-. Dijo en un murmullo, sonrió y me acaricio la cara.- Me alegro de vete ¿Dónde esta Robert?
- Ha entrado en casa, seguro que a tranquilizar a mi madre-. Le di un beso en los labios.
- ¿Esta bien?-. Preguntó desesperada.
- Claro-. Sonreí para calmarla.- Todo ha terminado mi amor.
- No-. Negó con la cabeza lentamente e hizo una mueca de dolor.- Todo acaba de empezar David, tengo que contarte tanto sobre mí-. Nuestras miradas se entrecruzaron.
- Tenemos tiempo mi amor, todo el tiempo del mundo-. Sonreí y ella me miro interrogante.- Es verdad, no te lo he dicho. Tienes el gusto de conocer al nuevo miembro del Royal Courts of Justice.
- ¿Qué? ¿El Tribunal Supremo? ¿Tú? ¿En Londres? ¿Por qué?-. Catherine pregunto rápidamente, casi sin tiempo a que yo le contestara, le sonreí.
- Todas tus preguntas, tienen la respuesta en ti, por ti me voy a Londres, por ti he estado todo el día de ayer ocupado y parte del de hoy. He estado arreglando los papeles, por ti dejo España, por ti dejo toda mi vida aquí.
- ¿Por qué?-. Insistió una vez más.
- Porque mi vida eres tú-. Dije dándole un beso.
- David, te quiero-. Rió y un gesto de dolor acompaño la risa.

Unos minutos después...

- Esa es mi chica-. Dijo Robert cuando volvió al jardín, el equipo de la ambulancia venía detrás.- Sabía que no nos ibas a fallar Cathe.
- Si he fallado Robert, no le he dado a Gonzalo ¿Dónde narices estabas?-. Mire a David que me tenía la mano cogida mientras me llevaban a la ambulancia.
- Para el equipo y para mí personalmente era más importante que tú salieras ilesa-. Enarqué una ceja.- Viva al menos-. Nos reímos.- Estaba hablando con Gonzalo tranquilamente, pero me entro ganas de ir al baño-. Se encogió de hombros.- Seguro que recibió primero tu foto, ir a por ti le costaba menos-. Se volvió a reír.
- ¿Y Manuel?-. Dije nerviosa.
- Tranquila-. Robert puso una mano en mi muslo.- Va de camino a Londres.
- ¿Esta bien?-. Volví a insistir.
- El corazón Cathe...-. Robert me miro y miro a David.- Ese es tu único punto débil.- Sonrió y me metieron en la ambulancia.

Robert tenía razón, mi punto débil era el corazón, pero me daba igual, ahora que David estaba a mi lado, que Manuel estaba seguro de camino a casa y que las cosas se estaban acomodando no iba a fallar en ese aspecto, sentía que había echo justicia con mis padres y eso era lo único que me importaba. Gonzalo Rico estaba al descubierto y pronto saldrían a la luz todos sus trapos sucios, además de que todos sus compañeros serían descubiertos y llevados a la cárcel. Ya podía descansar tranquila... ¡NO!, todavía tenía que contarle a David toda la verdad.

13 de junio de 2014

Capítulo 11...

Toda la tarde anterior paso rápido, con muchas cosas que hacer. El tiempo jugaba en nuestra contra, pero también lo hacía el hecho de que Gonzalo podía recibir información nuestra en cualquier momento, el señor Peter nos informaría si eso pasaba, pero no podía dejar de pensarlo. El único consuelo que me quedaba y lo que me dejaba tranquila es que David no iba a estar en su casa mañana.

La noche la pasé dando vueltas, pensando en cómo se iba a desarrollar la reunión del día siguiente, me levante temprano y después me fui a correr, cuando llegue a casa hice algunos ejercicios y así me encontró Manuel.

- Buenos días-. Dijo con su alegre voz.
- Buenos días-. Me acerque a la cocina y le di un beso enorme de hermana.- Voy un momento a la ducha, cuando salga hablamos.
- Vale-. Mientras él se preparaba el desayuno me metí en la ducha y no pude evitar llorar como una niña pequeña. ¿Qué pasaría si la cosa salía mal? Manuel se iba a quedar solo, otra vez.

- ¿Qué me querías decir Cathe?-. Estaba de vuelta en la cocina y Manuel me estaba ofreciendo un café, Robert estaba al lado de él.
- Yo os dejo solos chicos-. Se metió a su habitación.
- Vamos al sofá-. Dije dando un sorbo al café a la vez que me sentaba.- Manuel-. Le acaricie la cara cuando se sentó a mi lado.- ¿Sabes que te adoro verdad?
- Cathe ¿Qué te pasa ahora?-. Me miro sin entender.- Claro que lo sé, igual que yo te quiero a ti.
- Robert y yo tenemos hoy una misión muy importante-. Suspire.- Puede que peligrosa y…
- ¡Vamos Cathe!-. Manuel agitó la mano interrumpiéndome.- Pensé que sería algo peor, seguro que no pasa nada.
- Si me pasa algo…-. Cerré los ojos y luego mire a mi hermano.- Si me pasa algo el señor Peter se pondrá en contacto contigo y te dará instrucciones de lo que tienes que hacer-. Agarre las manos de Manuel y las apreté con fuerza.- Quiero que le hagas caso en todo, deja tu equipaje hecho con lo imprescindible y espera ordenes ¿vale?-. Manuel asintió.- Es muy importante que hoy no salgas de casa-. Mis manos temblaron.
- ¿Tan peligroso es Cathe? Nunca te he visto así.
- Es el hombre que mato a nuestros padres, voy con todas las consecuencias-. Manuel me miro y nos fundimos en un fuerte abrazo y en miles de besos, no sabía si volvería a ver a mi hermano.


Después de la charla con Manuel preparé la ropa que me iba a poner ese día, era una comida informal y además estaba el tema de la protección, necesitaba llevar ropa sencilla y cómoda. Mi elección fue una camisa negra, unos pitillos negros y una chaqueta de cuero roja a juego con los zapatos, unas deportivas con cuña. El pelo me lo recogí en una coleta alta para que no me molestara y en un bolso negro añadí todas las “cosas” que podría necesitar. Obviamente todo lo necesario lo llevaba encima, pero un bolso no podía faltar. Una hora después estábamos en casa de Gonzalo y el matrimonio nos recibió en la puerta.

- Bienvenidos una vez más-. Dijo Gonzalo saludando a Robert y luego a mí.
- Un placer como siempre amigo-. Robert le estrecho la mano y luego saludo a Aurora.
- Rosa querida, tu gusto a la hora de vestir no deja de sorprenderme-. Me miro de arriba abajo y sonrió encantada.
- Pues he cogido lo primero que tenía en casa, no sabía que ponerme-. Sonreí inocentemente y entramos a la casa.

Tal y como le sugerí a Robert, le comento a Gonzalo de hablar sobre negocios y mientras Aurora y yo discutíamos sobre las nuevas tendencias tomándonos un refresco en el jardín, era un día soleado de Enero y el personal de servicio estaba preparando la mesa a poca distancia nuestra, la comida se llevaría a cabo en el jardín. El numero de platos sobre la mesa llamó mi atención, rápidamente pensé que Ricardo, el otro hijo podría comer con nosotros, por un momento me calme, si a Gonzalo se le ocurría una locura no la llevaría a cabo delante de su hijo… o si. Unos minutos después Aurora había ido al baño y yo seguía sentada en el jardín, cuando oí unos pasos a mi espalda.

- Catherine Green-. La voz de Gonzalo Rico llego hasta donde yo estaba, como un trueno. ¿Dónde estaba Robert?.
- No deja usted de sorprenderme señor Rico-. Me levante lentamente y me puse frente a él.
- Ni siquiera va a ocultar su identidad ¿verdad?-. Me miro de arriba abajo, con una mezcla de admiración y odio.
- Llevo muchos años jugando a este juego-. Sonreí tranquila.- Se perfectamente cuando tengo que descubrir mis cartas.
- Buen símil con el póquer guapa, pero tu quería Inglaterra no te va a salvar-. Dio un corto paseo hasta estar en el jardín.
- No pretendo que me salve, si con ello puedo mandarlo a usted a la tumba o a la cárcel-. Me gire para verlo y camine hasta ponerme frente a él, sin pretenderlo estábamos en posición de duelo.
- Tengo que reconocer que me sorprendió ver tu foto, de Alejandro…-. Sonrió.- Bueno de Robert también me ha sorprendido, pero pensaba que tu, eras una simple pieza-. Se acaricio la mandíbula.- Entenderás mi postura cuando he descubierto que tu eres La rosa del Norte, agradable, muy agradable saberlo. Las críticas no te hacen justicia. ¿Cómo una chica tan guapa como tú, acaba metida aquí?-. Su mirada me traspaso.
- Es curioso que sea usted quien me haga esa pregunta-. Su mirada interrogante me hizo sonreír.- Fernando Real Verde, Paloma Vega de Real ¿los conoce?-. La cara de Gonzalo pasó por todos los colores posibles.
- No puede ser, me aseguraron que habías muerto en el accidente-. Negó con la cabeza.
- Ni siquiera iba en el coche y aquí estoy, para hacer justicia-. Dije sacando la pistola rápidamente para apuntar a Gonzalo.- ¿Qué ha hecho con Robert?-. Grite.


- ¡Catherine!-. La voz de David llego a mis oídos y en ese preciso momento, un disparo estalló.- ¡Nooooo!-. Oí gritar después a David y otro disparó llego a mis oídos.

De repente me sentí floja, las piernas no sostenían mi cuerpo, mi cabeza se iba, todo se volvió negro. Mi último pensamiento fue para Manuel, Manuel hermano. Te he fallado, lo siento. Solo esperaba que el señor Peter cuidara de él y le procurara un futuro más seguro. Manuel, te quiero.

12 de junio de 2014

Capítulo 10...

Ahora sí que no había marcha atrás, David y yo nos habíamos involucrado demasiado y esto lo pensaba ahora, desnuda, con David dormido, abrazándome. Me gire lentamente y lo miré, sonríe de puro placer, no podía evitar quererlo. En muy poco tiempo me había demostrado tantas cosas, ya era parte esencial en mi vida y lo peor, me iba a costar mucho separarme de él cuando llegara el momento, porque estaba segura de que David no dejaría su vida y su prestigio como juez en España para vivir conmigo en Londres, es más yo sabía que David me quería pero ¿de verdad me quería para tanto? No sería un simple encaprichamiento, una relación que en pocos meses dejaría de funcionar. Además estaba todo mi pasado, David no sabía nada de mí, todo era inventado.

- Si quisieras-. David abrió los ojos y me sorprendió.- Iría contigo al fin del mundo-. Sonrió.
- No creo-. Sus palabras calaron tan dentro de mí, que no atiné a decir nada más, hice ademán de levantarme pero me sujeto. Me beso pausadamente y volví a estar perdida.

Todos mis pensamientos y mis decisiones se volvieron a ir al traste, recibí sus caricias y sus besos de buena gana. Mis manos recorrieron cada milímetro de su piel, como si quisiera que mis dedos guardaran una copia de todo su cuerpo para tenerlo siempre en mi memoria. Nuevamente me llevó al éxtasis y volví a sentirme morir. A la mañana siguiente mientras David aún dormía me levante, me di una ducha y fui a desayunar.

- No quiero ni un comentario-. Dije cogiendo una pieza de fruta.
- Tranquila-. Dijo Robert.- Las paredes están aisladas-. Una carcajada se le escapó.
- Me voy, tengo muchas cosas que hacer.- Salí de casa con dirección a la pastelería que vi el día anterior y compre una docena de scones recién hechos. Con los dulces en la mano, llame a un taxi y me fui a casa de Gonzalo Rico, era hora de saber algunas cosas más.


- Buenos días-. Dije entrando en la casa como si fuera mía.- Vengo a ver a doña Aurora-. El mayordomo me acompañó hasta el jardín y allí estaba Aurora, a punto de tomar un café.- Buenos días, señora.
- Rosa, querida-. Aurora se levantó.- Que sorpresa más agradable. ¿Qué te trae por aquí?
- Venía haber si me aceptaba una invitación a desayunar-. Sonreí abiertamente.
- Llegas justo a tiempo, iba a hacerlo ahora mismo-. Me acompaño a la mesa y tomo asiento junto a mí.
- He traído unos dulces.- Dije poniéndolos en la mesa.
- No te hubieras molestado mujer.
- No es molestia-. Destapé los scones.- Mira que delicia, recién hechos-. Miré a Aurora mientras me servía café.- Aurora, si le soy franca mi visita tiene una intención.
- ¿Qué ocurre?-. Me miro, mientras miraba los scones.
- Vera, Alejandro lleva unos días un poco alterado-. Mi estrategia había cambiado, mi primera intención fue sacarle algo a raíz de los scones, pero no quería parecer tan evidente.
- ¿Alterado?-. Asentí.
- Sí, he pensado que a lo mejor pasaba algo con los negocios-. Mi voz sonaba demasiado dramática.- Ya sabe como son nuestros maridos-. Sonreí para quitarle hierro al asunto.- ¿Has notado algo en Gonzalo?
- Mira querida, te lo voy a decir porque estamos en confianza y porque eres tan joven-. Suspiro.- Comprendo muy bien, por lo que estas pasando, nuestros hombres son muy suyos y tienes derecho a saber lo que pasa, para poder ayudarlo.
- ¿Tan grave es?-. Dije haciéndome la sorprendida.
- Un poco-. Después de una pausa innecesaria, Aurora siguió.- Están investigando a mi marido-. Mi cara de sorpresa la convenció.- Si, a mí también me sorprendió, lo está investigando el gobierno de Inglaterra-. Negó con la cabeza.- Con la de negocios que ha cerrado mi marido con ellos, Gonzalo dice que ha pedido información a sus contactos y que en unos días recibirá información de esas personas.
- Me deja usted atónita Aurora-. Tome un sorbo de café para calmar los nervios.


Unos minutos después, con mi misión cumplida y una invitación a comer para el día siguiente, llegue a casa y le conté todo a Robert y al señor Peter, la cosa estaba pintando fea y entre medio estaba David, ¿qué iba a hacer ahora? Ahora que todo se venía encima, ahora que podía pasar algo. Pensado en mil cosas a la vez me dirigí a mi habitación y en la mesilla de noche encontré una nota.

Hoy voy a estar ocupado y mañana también, no creas que te vas a librar de mi tan fácilmente. Te llamaré al móvil cada media hora, el miércoles después de comer podemos vernos. Te habrás dado cuenta que no te lo he preguntado, nos veremos. No lo olvides, hasta el fin del mundo. David

Se me hizo un nudo en el estomago, mañana Robert y yo comíamos en casa de su padre, pero ¿y si salía algo mal? Pensado bien, si algo salía mal o bien, David no iba a estar. David cumplió su palabra y cada poco tiempo tenía una llamada suya o un mensaje, mientras yo seguía buscando información de varios socios de Gonzalo Rico, para por lo menos tener algo a que agarrarnos y con la esperanza de encontrar algo del propio Gonzalo.

- Mira lo que me acaba de mandar mi padre al correo Cathe-. Dijo Robert haciéndome despegar los ojos de la pantalla.- Tenemos la ficha policial del número dos de Gonzalo-. Ondeo las hojas delante de mí y las agarré.
- Haber-. Las empecé a leer con avidez.- Pero no hay nada en absoluto de él, y es el que nos interesa.
- Tenemos que hacer algo, algo para que él mismo reconozca que ha hecho negocios turbios-. Robert me miro.
- Es demasiado listo-. Mire a Robert y me pasee de un lado a otro del salón.- No va a admitir que ha estafado o defraudado en sus negocios-. Me paré en seco.- Puede que una charla intima con grabadora incluida sirva.
- Cuéntame tu plan-. Robert y yo nos sentamos en el sofá.
- La cosa esta clara, mañana mientras Aurora y yo conversamos de los nuevos trajes de las pasarelas, tú y Gonzalo estaréis en el despacho hablando de negocios-. Robert asintió.- Seguro que Aurora le ha contado que fui esta mañana porque estaba preocupada por ti-. Robert me miraba sin perder detalle.- El caso es que tienes que dejarle entrever a Gonzalo que has oídos cosas, negocios turbios, etc. Que por eso estabas intranquilo, haber si te cuenta algo.
- Buen plan Cathe-. Robert se levantó.- Lo pondré todo en marcha ahora mismo, necesitaremos algunos refuerzos por si la cosa se pone fea.

11 de junio de 2014

Capítulo 9...

- No me coges el móvil-. Dijo David en susurros.- No me dejas ir a verte, necesito que hablemos.
- No tenemos nada de qué hablar-. Intente no mirarlo.
- Yo creo que sí, tengo información sobre mi padre-. Nuestras miradas se cruzaron.
- Ven a casa esta tarde David-. Dijo Robert.- Allí hablamos más tranquilos.

Justo en ese momento el coche se paro frente a nosotros y nos montamos, durante el camino a casa no dejaba de pensar en las palabras de David, ¿qué información tendría? O sería una simple escusa para hablar de nosotros.

- ¿Por qué le has dicho que venga?-. Pregunte ofuscada.
- Tiene información de su padre-. Dijo Robert simplemente.
- Eso lo he oído, pero y si es mentira-. Suspire cansada.
- Cathe, ha sido él el que nos ha avisado-. Comento Robert lógicamente.- No creo que venga ahora con mentiras.
- Lo está haciendo para hablar conmigo ¿no lo ves?-. Abrí un poco la ventana para que entrara el aire. Nadie dijo nada más en el coche, solo se oían las respiraciones.


- Catherine-. Robert hablo con voz autoritaria, después de cerrar la puerta de casa.- Estoy harto de que cuestiones mis decisiones-. Me miro y sentí como Manuel desaparecía hacía su cuarto.- Soy tu superior y además de respeto, me debes obediencia.
- Si-. Dije firme, sin dejar de mirarlo.
- Que no se te olvide nunca, que en el trabajo antes que amigos, soy tu jefe-. Soltó todo el aire que quedaba en sus pulmones y se marchó a su habitación. Segundos después me fui detrás de él a la mía y allí permanecí largo rato, hasta que salí, vestida de forma más normal, me senté en el portátil y seguí con la investigación.


- Catherine-. Robert hablo desde detrás mía, seguía molesto conmigo, me giré para mirarlo.- Cuando venga David quiero que sigas siendo la profesional que eres-. Asentí y volví al portátil.
- Robert, el hombre del restaurante estaba en la cena de Año Nuevo ¿verdad?-. Robert asintió y le señale lo que estaba leyendo.
- Así que el tipo fue descubierto en algunos negocios fraudulentos-. Comento Robert.
- Eso es, pero tienen contactos. Contactos muy buenos Robert-. Dije mirándolo.- Esto no es una tontería, aquí hay metidos jueces, policías y me atrevería a señalar a alguien del gobierno.
- ¿Cómo lo has encontrado?-. Pregunto mientras seguía leyendo la información.
- Es una noticia de la época, pero lo mejor viene ahora-. Hice un clic con el ratón y apareció la página de un periódico de poco tiempo después.
- Valla-. Robert silbó.
- Si, por eso te decía que tenían buenos contactos. Las pruebas son bastantes claras-. Me levante de mi sitio mientras Robert seguía con la lectura.- Ningún juez normal desecharía pruebas tan concluyentes, a menos que las pruebas fueran destruidas, el juez sobornado o ambas cosas.
- Me decanto por ambas cosas, esta gente hacen las cosas bien y a lo grande-. Robert se levanto y me miro.- Buen trabajo Cathe-. Una sonrisa iluminó su rostro.
- Gracias jefe-. Dije sacándole la lengua y me abrazó.
- ¿Estas informando a mi padre?-. Pregunto Robert.
- Por supuesto, con cada novedad le mando un correo y lo llamo-. Dije simplemente.
- Bien, quiero que este informado en todo momento-. Asentí.- Ah! Cathe, imprime todas las noticias, quiero tener las cosas a mano para estudiarlas.


Un rato después yo seguía recolectando información, pero nada en absoluto de Gonzalo Rico, ese hombre tenía todo demasiado bien atado. Pero no podía ser todo tan perfecto encontraría algo. Mientras yo estaba con mis divagaciones un escalofrío me recorrió la espalda, al darme la vuelta ahí estaba David y rápidamente una calor subió hasta mis mejillas.

- Hola-. Saludo suavemente.
- Hola, ¿llevas mucho ahí?-. Pregunte, no había escuchado ni la puerta.
- Unos minutos-. Sonrió.- Estas muy guapa.
- Gracias-. Dije secamente mientras me levantaba de la silla y apagaba la pantalla.- Vamos al grano.
- Mi padre está moviendo sus contactos en Londres-. Comento mientras se sentaba en el sofá.
- Bien, es bueno saberlo-. Me senté a su lado, pero con una distancia prudente.- ¿Sabes que tipo de negocios tiene tu padre con Pedro Barranco?
- Si no me equivoco exportación-. Me miro.- ¿Por qué?
- No es asunto tuyo-. Lo mire y me arrepentí justo en el momento en que nuestros ojos se cruzaron.
- Catherine…-. Susurro mi nombre y sentí que me volvía pequeñita ante él, se acerco lentamente, pero no me aparte.

Mi cabeza gritaba: ¡APÁRTATE LOCA!, pero el cuerpo no me respondió y segundos después estaba inmersa en un cálido beso y un fuerte abrazo, sentí las manos de David acariciando mi cara, mi cuello y mi pelo, mientras nos dejábamos caer en el sofá. Su boca se desvío dando besos desde la comisura hasta la base de la garganta, mi respiración se aceleró, me costaba respirar. La mano de David se entrelazó con la mía y espero, mientras me acariciaba la mano me miro y abrí los ojos lentamente. Su mirada tranquilizo mi mente unos pocos segundos, pero cuando se inclinó para volver a besarme me levante rápidamente.

- David por favor-. Me quede de pie en frente suya y él me siguió.
- Catherine-. Se acerco a mí y me estrechó en sus brazos.- Sé que me quieres, igual que yo te quiero a ti.


Esta vez la que dio el paso fui yo, lo bese con ganas, con toda la rabia, el dolor y el amor que sentía. Rabia porque estaba resultando inevitable no hacerlo. Dolor, porque sabía que esa relación iba a acabar en lágrimas tarde o temprano y amor, porque era la primera vez que me enamoraba y quería disfrutar del momento con todas las consecuencias. El beso fue subiendo de intensidad a medida que pasaban los segundos y de repente note que me movía sin andar, David me había cogido en brazos y mientras me besaba nos dirigíamos a mi habitación. No vi nada, no escuche nada, solo las tiernas palabras de David y sus labios otra vez sobre los míos.

10 de junio de 2014

Capítulo 8...

No sé cómo y cuando llegue a la cama, pero seguro que Robert estaba detrás, a la mañana siguiente mi estado de ánimo era más que evidente, así que después de darme unas palmaditas en la cara cogí ropa deportiva, me puse los zapatos y con el mp4 colgado de mi cuello salí a correr y a intentar pensar.

La cosa era sencilla, Gonzalo Rico sabía que estaba aquí, piensa que soy fea, aunque eso era lo de menos, piensa que hay un topo y poco más porque ese hombre no había sacado más pensamientos a relucir. El problema ahora estaba en cómo hacer las preguntas oportunas sin levantar sospechas. Esperaba que Gonzalo le hubiera contado a Aurora sus inquietudes, tal como ella comento que solía hacer. Pero ¿cómo preguntaba ella? Estaba descartada la idea de decir que Robert se lo había dicho, a lo mejor con otro método, pero ¿cuál?

Corría de vuelta a casa cuando me topé con una pastelería bastante bonita, me paré en el escaparate y había todo tipo de dulces, y lo que más llamo mi atención scones. Sonreí abiertamente y enseguida mi mente empezó a trazar un plan.

- Buenos días chicos-. Dije entrando en casa, me acerque a Manuel y le di un beso en la frente.
- Buenos días-. Sonrío de vuelta.- ¿Qué tal anoche?
- Bien, todo lo que hacíamos en casa en Año Nuevo era verdad Manuel-. Sonreí, con nuestros padres siempre habíamos celebrado el Año Nuevo como los españoles.- Pero ha sido tan diferente Manuel-. Cogí su mano y lo mire.- Te eche mucho de menos anoche.
- Es verdad-. Dijo Robert entrando en la conversación.- Recuerdo algunos Año Nuevo en casa de vuestros padres, y era muy divertido, nada que ver con lo de anoche. Gente tan estirada hablando de tonterías y comiendo con miedo-. Los tres reímos.

Después de desayunar con los chicos, me di una ducha y me vestí. Estaba sentada en el portátil hablando con el señor Peter, cuando mi móvil vibró ruidosamente y el alma se me cayó a los pies cuando vi el nombre de David en la pantalla. La mano me picaba por cogerlo y decirle que viniera a casa, decidí apagarlo, después de todo, no era mi móvil de verdad.


- Cathe-. La voz de Robert me distrajo.- ¿Comemos fuera?
- Mmmm… no sé-. Me encogí de hombros.
- Pues venga arréglate-. Dijo alentándome.- Manuel ya se está preparando.
- ¿Por qué vamos a comer fuera?-. Pregunte confundida.
- Vamos a un sitio donde amigos de Gonzalo Rico nos verán-. Comento Robert.
- Entonces Manuel se queda-. Dije enérgicamente mientras me ponía de pie.
- ¿Por qué? Se supone que somos una familia, tenemos que llevarlo-. Robert me miro intentando poner fin a la conversación.
- Per…
- Es una orden Catherine-. Dio un golpe en la mesa y lo mire fijamente.
- ¿Puedo irme?-. Pregunte firmemente, como cuando estaba en la Academia y Robert asintió cansadamente.

Me dirigía a mi habitación cuando Manuel salía de la suya, quiso decir algo, pero al ver mi expresión dura no lo hizo, minutos después salía lista para comer fuera y pasearme delante de los amigos de Gonzalo Rico, para demostrar que éramos una familia normal, que celebraba el principio de año como cualquiera.

- Hola-. Saludamos al unísono al entrar en el restaurante.
- Bienvenidos ¿Esperan a alguien más?-. El camarero nos pregunto.
- No-. Dijo Robert.- Mesa para tres por favor.

El hombre nos acompaño a una mesa muy bien situada, con vistas a un jardín muy cuidado. Robert y Manuel pidieron sus bebidas mientras yo miraba a la nada.

- Rosa, cariño-. La voz de Robert me saco de mi ensoñación.- ¿Vas a tomar vino o agua?
- Agua, por favor-. Dije mirando al camarero.


- ¡Alejandro!-. Esa voz enseguida llamo mi atención, la había oído antes, al girar la cabeza vi a un hombre que se acercaba a nosotros con una mujer del brazo. Robert, Manuel y yo nos levantamos.
- Pedro ¿Qué tal el primer día del año?-. Sonrió Robert mientras le estrechaba la mano al hombre alto de cabellos canosos.
- Muy bien muchacho-. Dijo Pedro con una sonrisa.- Por cierto, te presento a mi esposa Sofía-. La señora hizo una inclinación de cabeza con un porte regio mientras Robert le cogía la mano y se la llevaba a la altura de la boca sin rozarla.
- Encantada señora-. Soltó la mano y cogió la mía.- Pedro, déjeme que le presente a mi familia, mi esposa Rosa y mi hermano Manuel.
- Un placer-. Dije moviendo la cabeza a modo de saludo con una sonrisa en los labios, mientras Pedro me besaba la mano sin reparos.
- Igualmente, señora-. Pedro miro a su mujer y luego a Robert.- Nos vemos después Alejandro, le dejamos disfrutar de la comida con su familia.

Después de que Pedro y su esposa Sofía se retiraran y llegara el camarero con las bebidas y algo para picar, decidí levantarme a lavarme las manos, el maldito hombre me había dejado todas las babas y yo sentía que se secaban en mi piel. Cuando volví a la mesa, Robert se pego más a mí, me acariciaba la mano, me miraba fijamente y reía sin venir a cuento. La situación también me causaba risa, así que le di un golpecito a Manuel por debajo de la mesa para que él también riera y pareciéramos más normales todavía. Empezamos a hablar de tonterías, de historias inventadas para nuestro “matrimonio”, etc.

- Pedro, nosotros nos marchamos ya-. Los tres nos acercamos a la mesa del hombre.- Ha sido un placer coincidir con usted y su señora.
- Lo mismo digo Alejandro-. Dijo Pedro.- Nos vemos pronto.

Habíamos salido del restaurante y estábamos esperando a que nos dejaran el coche en la puerta cuando David apareció y nos miro a todos de arriba abajo. Estaba guapísimo y me costó Dios y ayuda no arrojarme en sus brazos, menos mal que Robert me tenía agarrada de la mano.

- Alejandro, Rosa-. Se acerco a nosotros a saludarnos y miró a Manuel interrogante.
- David-. Robert le estrechó la mano.- Que gusto verte. Es Manuel, mi hermano.
- Encantado Manuel-. Saludó David y cuando me miro se me paro el corazón.
- Hola Rosa-. Se acerco a darme dos besos.- Tenemos que hablar-. Dijo en mi oído.
- No es el momento David-. Dije separándome rápidamente.- Dentro hay amigos de tu padre.

9 de junio de 2014

Capítulo 7...

Las risas se sucedieron y yo intenté que no se notara mi presencia. ¡Mierda! No tenía que saber que estábamos aquí, no tan pronto. Tenía que pensar rápido en algo, David, tenía que alejar a David, no sabía cómo funcionaba la mente de ese hombre, pero…

- Estoy seguro de que La rosa del Norte no está aquí por casualidad-. Comento Gonzalo.
- ¿Quieres decir que han avisado?-. Pregunto el primer hombre.- ¿Un topo?-. Los murmullos se sucedieron.
- Calma señores-. Dijo Gonzalo.- Si hay un topo, pronto saldrá de su túnel.

Salí de allí rápidamente, me metí en uno de los baños y me miré al espejo. ¡Piensa rápido Catherine, piensa rápido! Me ordenaba a mi misma mientras paseaba dentro del baño. Necesitaba tener la cabeza fría, así que salí del baño y volví al salón, allí me encontré con Aurora y su familia.

- ¿Te encuentras bien?-. Me susurro David al oído, disimuladamente.
- Perfecta-. Sonreí como pude y me dirigí a la mesa de canapés, cogí un refresco y al darme la vuelta tenía a Robert detrás.
- Rosa…
- Lo sé, vamos-. Caminamos hacia los jardines y nos aseguramos de que nadie estaba mirando o escuchando.
- ¿Cómo te has enterado?-. Susurro Robert.
- Iba al baño cuando lo escuche de casualidad-. Mi cabeza seguía buscando un plan para salir del paso.- Tengo que hablar con David, tenemos que dejar de vernos.
- No creo que Gonzalo sospeche de su propio hijo-. El comentario de Robert no me tranquilizó.
- Me da igual, no quiero ponerlo en peligro y si sospecha de nosotros, de ti. No sabemos cómo piensa ese hombre-. Me empecé a alterar y Robert me abrazó.
- Tranquila Cathe-. Susurro en mi oído y me beso en la mejilla.


Minutos después estábamos dentro de la casa de Gonzalo Rico, disfrutando como podíamos de la noche, David se acercaba constantemente para sacarme a bailar, para acercarme refrescos, etc. Yo procuraba no mirarle, despreciar sus ofrecimientos e ignorar sus atenciones, todos mis actos estaban quemándome por dentro y es que hacerle eso a David me estaba matando, si, me había enamorado de él y por ese amor que sentía quería alejarlo de mí, alejarlo de las “sospechas” de su padre y alejarlo de todo el peligro.

Después de tomar las uvas y brindar por la entrada del nuevo año, en casa de Gonzalo se desató una gran fiesta, mucho más animada que la anterior, pero la falta de costumbre de Robert y mía nos empezó a pasar factura y en pocas horas decidimos irnos a casa a descansar y preparar un plan al día siguiente. Una vez nos despedimos de todos, nos fuimos.

- Tienes que descansar Cathe-. Me dijo Robert nada más verme como me sentaba delante del portátil, sin antes cambiarme de ropa.
- Necesito empezar un plan en mi cabeza Robert-. Suspire cansada.- No puedo dormir-. La puerta sonó en ese mismo momento, Robert fue a abrir y en el salón apareció David.


- Buenas noches-. Dijo mirándome, después de unos minutos de silencio.
- ¿Qué haces aquí?-. Pregunte confundida.
- ¿Qué te pasa Catherine?-. David se acerco lentamente, sin perder su costumbre felina.
- Os dejaré solos-. Robert desapareció hacía su habitación.
- ¿Qué me pasa? ¿A mí?-. Lo mire, sin querer hacerlo, porque si lo hacía iba a perder toda mi fuerza de voluntad.
- Si, a ti-. Ya estaba delante mía, mirándome con sus ojos chocolate.- Has estado toda la noche muy rara, haciéndome desplantes, negándome bailar contigo.
- Bueno ¿y qué esperabas?-. Me encogí de hombros.- Estoy casada, no puedo estar bailando con unos y otros.
- Catherine, el matrimonio es una tapadera-. Comento David.
- Eso lo sabemos nosotros, no el resto de los invitados a la fiesta-. Respiré profundamente y expulsé el aire poco a poco.
- Poco te ha importado el “matrimonio”-. Recalcó la última palabra.- Cuando has bailado con mi hermano y mi padre-. Los ojos de David se volvieron negros y lo miré fijamente.
- David, quiero que te vayas de mi casa-. Me giré para no ver su expresión.
- ¡¿Qué?!-. La voz de David fue más un rugido que un grito.
- Vete, por favor-. Me giré y lo intente mirar.- No quiero que vuelvas, no quiero verte más-. Tragué saliva.
- Pero Catherine…-. En un movimiento rápido David puso sus manos en mi cara y a continuación yo, las aparté.- ¿Qué ha pasado?
- Nada, no ha pasado nada-. Me intenté calmar.
- Entonces, ¿qué pasa con lo nuestro?-. Me miraba sin parpadear.
- No hay nada nuestro David-. Le espeté cruelmente.- Solo me acerque a ti para poder obtener información oculta sobre tu padre, para ver si tú también estabas detrás de sus negocios-. Su cara era una mueca, le estaba haciendo daño.- Pero solo eres un simple juez, con aspiraciones de cambiar el mundo-. Le di el golpe definitivo.- Ahora fuera por favor-. Le señale la puerta y sin decir una palabra se fue.

Me quede unos minutos mirando la puerta, esperando que David volviera a llamar y entonces yo lo abrazaría, lo besaría y le contaría toda la verdad. Menos mal que no volvió a llamar… Menos mal que no volvió a llamar. Después de quitarme la ropa y darme una ducha para despejarme la cabeza me senté frente al portátil y minutos después sentí alguien a mi espalda.

- ¿Estás bien Cathe?-. Robert se acerco a mí y me masajeo el cuello.
- Estoy bien-. Dije con un hilo de voz.
- Le quieres ¿verdad?-. Pregunto Robert mientras seguía con su masaje.
- Mucho-. Asentí y unas lágrimas rodaron por mis mejillas. Me puse de pie y miré a Robert.- No podía ponerle en peligro, no podía-. Robert me abrazó fuertemente y me llevo al sofá.
- Tranquila Cathe-. Dijo mientras me acariciaba el pelo.- Yo haría lo mismo si estuviera en tu piel-. Me tapó con una manta.- Tranquila, buscaremos la manera de salir de esta. Atraparemos a Gonzalo, y con suerte podrás volver a estar con David-. Sollocé más fuerte.
- Le he dicho que lo he utilizado, que no hay nada entre nosotros-. Robert me dio un beso en la frente y siguió acariciándome el pelo hasta que me quedé dormida.

8 de junio de 2014

Capítulo 6...

Tenía que cambiar de tema con cualquier cosa pero la carcajada de David me distrajo a mí y no a él. Los ojos chocolate estaban centrados en mí y yo en ellos, de pronto un brillo hizo que tomaran un color oscuro.

- Muy interesante-. Me miro intensamente y pareció que me leía los pensamientos.- No bebo Catherine-. Dijo despreocupado.
- ¿Eres sano en todos los sentidos?-. Pregunte exasperada.
- No, tengo un gran apetito sexual-. Me sonroje al instante, me lo había buscado yo sola. Sonrió apiadándose de mi.- Tranquila, también soy muy paciente.
- Veo que eres un dechado de virtudes-. Lo mire fijamente.- Pero conmigo los juegos de seducción no funcionan.
- Mejor-. Se acerco a mí.- Contigo no los quiero usar, me gustas demasiado-. La boca me debió de llegar al suelo, porque sentí su mano en mi barbilla, acariciando mi labio inferior.

Las piernas me temblaban y todo a mí alrededor desaparecía, solo notaba el contacto de la mano de David y en mis oídos resonaban sus palabras, cerré los ojos un instante y cuando los volví a abrir su boca se aproximaba a la mía.

- Esto no puede ser-. Me levante de inmediato y lo mire.
- ¿Por qué?-. Pregunto sorprendido.- ¿No te gusto?
- No es eso-. Me di la vuelta y lo sentí a mi espalda. No podía negarle que me sentía atraída, pero no podía.- Sencillamente no puedo.
- ¿Te gustan las mujeres?-. Me agarro de los hombros y me dio la vuelta.
- No-. Reí tontamente.- Mi vida no es fácil-. Dije simplemente.
- Déjame ayudarte-. Dijo simplemente y me beso.

Nunca me habían besado así, los labios de David se posaron firmes y suaves en los míos. Sí, tenía veinticinco años y ese era mi primer beso en condiciones, no sé cuánto tiempo estuvimos besándonos, pero me pareció eterno y David fue el que me obligo a separarnos. Olvide que él no tenía mi entrenamiento para estar varios minutos sin respirar. Después, Robert volvió al salón y nos contó lo que había hablado con el señor Peter.


Los días siguientes David estuvo en casa todo el tiempo, parecía que nos conociéramos de siempre y aunque él me contaba toda su vida y milagros yo no terminaba de abrirme. Contó que acaba de cumplir los treinta, tenía un hermano menor y siempre había estado en contra de su padre. Yo, por mi parte le dije las cosas básicas, que era de Inglaterra y que era huérfana. No le hable de Manuel, ni de mis padres. Comente que me había hecho policía por mi vocación de hacer justicia y callé todos mi secretos.

- David, conmigo corres peligro-. Le dije con desesperación uno de esos días.
- No te preocupes-. Me acaricio el hombro.- Puedo cuidar de mí mismo.
- Eres tan cabezota-. Sonreí y le toque la cara.
- ¿Qué harás en Año Nuevo?-. Pregunto sacándome de mi ensoñación.
- Tu padre nos ha invitado a su fiesta-. Le informé.- Tenemos que seguir con el plan.
- Entonces nos veremos allí-. Dijo y me dio un beso.


Los días siguientes pasaron como en una nube, me estaba enamorando de David, lo sabía. Pensaba en él cada momento, todo me recordaba a él, contaba los segundos para verlo y también los que estábamos juntos. Sus besos me transportaban a otra dimensión y sus palabras se quedaban anidadas en mi corazón, ya no tenía solución. Tenía que dejar de verlo, mi propio enamoramiento podía poner en peligro todo.

La noche de Año Nuevo llego y después de pasar un tremendo sofocón por dejar a Manuel me preparé para la cena. Esa noche me tenían preparado un vestido negro muy sencillo, largo hasta los pies cubierto de encaje con unas mangas cortitas que se bajaban hasta los hombros, también había unos precioso pendientes de oro, una cartera y unos zapatos dorados. El equipo era una maravilla y sabían perfectamente que debíamos de ir de punta en blanco, pues Gonzalo Rico se fijaba mucho en los detalles.

- Van a tener que mandarnos más misiones de este estilo Cathe-. Comento Robert antes de salir.- Estas muy guapa.
- Gracias cariño-. Dije saliendo de casa.


- Rosa, Alejandro-. Gonzalo Rico se acercaba a nosotros.- Que placer veros-. Beso mi mano y estrecho la de Robert.
- Gracias se…-. Gonzalo me miro.- Gonzalo-. Sonreí intentando parecer inocente.
- Tan encantadora como siempre Rosa, mi esposa esta en el salón de baile-. Comento.- Yo me llevo a tu marido.

Antes de poder decir algo, ya me había quedado sola y mirando alrededor ande hasta el salón de baile, vi a la señora Aurora bailando con un chico que debería tener un par de años más que yo y de pronto un hormigueo recorrió mi espalda, me giré y alzando la cabeza encontré los ojos de David, no estaban chocolate, eran oscuros, me estremecí.

- Buenas noches-. Dijo con una sonrisa.
- Buenas noches-. Incline la cabeza.- ¿Te apetece bailar?
- Que lanzada-. Murmuro.
- Es hora de que cambien las cosas-. Sonreí y fuimos a bailar.


Después de bailar un rato, David me presento a su hermano Ricardo, tal como había intuido, Ricardo rondaba los veintisiete. Era casi tan alto como David, pero era la viva imagen de Gonzalo, viendo a los dos hermanos juntos no tenían ningún parecido. Ricardo tenía el pelo y los ojos negros del padre, su rostro era duro pero la sonrisa si era de Aurora. Recordé a Manuel y se me empañaron los ojos, me disculpé con la familia y salí del salón. Iba en busca de un sitio tranquilo, cuando escuche a Robert, Gonzalo y alguno de sus amigos hablar en el despacho.

- Me han informado que me están investigando-. Dijo Gonzalo.
- No será para tanto hombre-. Comento uno de los hombres quitándole importancia.
- La rosa del Norte está en España-. La voz de Gonzalo sonó dura y ahogue una exclamación.
- ¿La rosa de qué?-. Escuche la voz de Robert preguntando.
- La rosa del Norte, es una de las mejores agentes secretas de Inglaterra-. Informó Gonzalo.- Trabaja para el MI6 y me han dicho que es horriblemente fea, fría, solitaria.
- Entonces no tienes de que preocuparte amigo-. Dijo otro de los hombros.- Tú solo te rodeas de mujeres guapas.

7 de junio de 2014

Capítulo 5...

- Si me conocieras mejor, no harías esa pregunta-. Se acerco a mí, andares de felino.
- ¿Corrupto y peligroso? Interesante-. Intente parecer calmada, pero por dentro buscaba salir por cualquier rendija.
- Nunca he aceptado un soborno, va contra mis principios-. Ya lo tenía otra vez encima, parecía que intuía que quería irme.
- Eso dice mucho de ti como persona-. Levante la cabeza y lo mire a los ojos, parecía preocupado.
- Me ha costado ser un hombre respetable Rosa, con el padre que tengo no ha sido sencillo-. Mis ojos se abrieron como platos y él me sonrió.- Creo que he hablado de más.
- Y yo creo que he visto suficientes libros-. Sonreí.- Iré a reunirme con mi marido, gracias por acompañarme-. Me acerque a la puerta y cuando tenía la mano en el pomo, la mano de David se posó sobre la mía.
- Conmigo no tienes que fingir Catherine-. Dijo en un susurro y gire la cabeza despacio.
- Mi nombre es Rosa, ya lo sabes-. Lo mire, el negó con la cabeza, rápidamente me gire lo empuje contra la puerta y apreté mi brazo contra su garganta.
- Tranquila, se perfectamente lo que Robert y tu estáis haciendo-. En ese momento sí que me quise morir, apreté más fuerte.
- ¿Qué sabes?-. Aflojé un poco y lo mire fijamente.
- Sé que los negocios turbios de mi padre están en expansión a Inglaterra, yo fui quien dio la voz de alarma-. Todo señalaba a que lo que decía era la pura verdad, no pestañeaba, su pulso estaba calmado, sus ojos estaban clavados en los míos.
- No podemos seguir hablando aquí-. Dije sorprendiéndome a mi misma.- Nos vemos esta noche-. Aparte mi brazo de su cuello.- Si dice la verdad sabrá como encontrarnos, ahora por favor déjame salir-. Se aparto de mi camino y salí de la biblioteca todo lo tranquila que pude.

Cuando volví al jardín con Aurora, Robert y Gonzalo nada parecía haber cambiado y para mi había pasado una eternidad, pedí a Robert irnos, fingiendo estar cansada y accedió de inmediato. Apenas habíamos llegado a casa cuando ya estaba informando a Robert de la conversación con David.

- Tienes que llamar a tu padre Robert-. Dije con urgencia.- Si nos han descubierto sería terrible, habría que hacer algo antes de que se sepa todo.
- Tienes razón-. Cogió el teléfono y llamo de inmediato. A los pocos minutos colgó.- Mi padre confirma lo que te ha dicho David.
- ¿Por qué no nos comunico nada?-. Pregunte sin comprender.
- Pensó que era mejor que lo conociéramos en la fiesta o que nos lo presentara la familia-. Lo que decía tenía sentido, pero teníamos un problema.
- Si, tiene lógica. Pero, hay un problema-. Hice una pausa dramática.- David se presento solo, es el tipo de anoche.
- Mierda-. Escupió Robert.
- Doble mierda, hoy ha dicho que me conoce delante de Aurora-. Terminé de darle la puntilla.
- Vale, entonces tenemos que hacer algo-. Asentimos a la vez.

Una vez finalizada la conversación con Robert me fui a dar un baño, que intentaba ser relajante, pero no pudo ser. No dejaba de pensar en David, tenia nombre de Rey y ojos de chocolate, por Dios Catherine que estás diciendo. Definitivamente no estaba en mis cabales.


Habíamos terminado de cenar, la mesa estaba recogida, Manuel estaba en su habitación por petición mía y todo estaba en orden. Robert y yo nos mirábamos sin hablar, entre nosotros no hacían falta muchas palabras, pues nos comprendíamos con solo mirarnos, a lo mejor tenía que ver con la instrucción en la Academia, pero siempre había sido así. Estaba sentada en el sofá, nerviosa, de pronto sonó el timbre y como una bala me levante.

- Voy yo-. Dijo Robert y señaló el sofá. Me volví a sentar.- Buenas noches-. Escuche a Robert saludar.
- Buenas noches-. La voz firme de David llego a mis oídos y mi pulso se aceleró.
- Mi compañera Catherine, aunque tengo entendido que nos conoce-. Comento Robert mientras entraban en el salón y yo me ponía de pie.
- Buenas noches-. Extendí mi mano para estrechar la suya.
- Encantado de volver a verte Catherine-. Su sonrisa cálida me paralizo en el momento en que apretó mi mano.
- ¿Quieres tomar algo?-. David negó con la cabeza y me miro.- Bien, pues siéntate. Hay mucho de que hablar.

La conversación con David nos dejó completamente descolocados, nos hablo de la sospecha que tenía acerca de los negocios de su padre, de su próxima expansión hacía Inglaterra y de otros asuntos.

- La idea de mi padre es exportar vino, vino de baja calidad para venderlos a precios desorbitados-. Comento David.
- Comprendo, pero ¿que hacemos nosotros metidos en todo esto? Tiene que haber algo más detrás, si no solo se hubiera informado a consumo-. Pregunte, si solo se trataba de vino de baja calidad con avisar al organismo de consumo del país bastaba.
- Cierto, hay algo más-. Nos miro a cada uno y trago saliva.- Algunas partidas de ese vino están adulteradas, podrían causar muertes.
- Claro-. Miré a David.- Avisaste a la MI6 porque tu padre tiene contactos en Inglaterra, ellos le compraran el vino adulterado, el otro da igual quien lo compre-. David asintió.
- Tengo que avisar a mi padre-. Dijo Robert mientras se levantaba y cogía el teléfono.

- ¿Cómo has recabado toda esa información David?-. Pregunte intrigada.- Tu padre lleva esos negocios muy tapados.
- Tienes razón, pero yo también tengo mis contactos-. Me guiñó un ojo y me sonrojé.- ¿Tienes novio Catherine?
- ¿Perdón?-. Mi respuesta no podía ser más estúpida, pero creía haber oído mal.
- Te estoy preguntando que si tienes novio-. Repitió con una sonrisa en su cara.
- No acostumbro a hablar de mi vida privada-. Dije alzando la barbilla, pues sí había oído perfectamente. ¿Por qué me preguntaba eso?
- Es una lástima-. Se encogió de hombros.- Me pareces una chica muy interesante.
- ¿Interesante?-. Me atragante con mi propia saliva.- Disimulas muy bien la borrachera-. Espeté.

6 de junio de 2014

Capítulo 4...

Tiempo para el ocio, ojala estuviera matada a trabajar. Desde que empezó la misión de investigar a Gonzalo Rico había estado tanto tiempo sin hacer nada que no me parecía justo que me pagaran lo que me pagaban, pero en fin. Después de llegar a casa y ponerme el pijama, Robert me contó todo lo concerniente a Gonzalo Rico, yo a su vez le dije lo que había hablado esa noche con Aurora, su mujer.

- Lo has dejado impresionado-. Comento Robert.
- Pues no veo motivos-. Me encogí de hombros sin saber.
- Nos ha invitado a jugar al tenis-. Sonrió.
- ¿Desde cuándo jugamos al tenis?-. No daba crédito, esto pasaba de castaño oscuro. Se nos iba a notar a leguas que éramos unos negados.
- Tranquila-. Me toco el brazo.- Es una invitación mmm…-. Robert buscaba una palabra para definir la invitación.
- ¿Informal?-. Lo ayude y él asintió.- Tienes razón, no veo a Aurora jugando al tenis-. Reí.
- Yo a Gonzalo lo veo más de entrenador-. Dijo Robert uniéndose a mi risa.- Por cierto ¿Quién era el hombre con el que hablabas en el jardín?-. La risa se detuvo y me miro fijamente.
- No te pongas celoso cariño-. Lo mire coquetamente y le di un golpecito en la nariz con el dedo.- No sé quien es, pero tranquilo interprete mi papel-. Me picaba la cabeza.- Decía que me había observado toda la noche-. Mire a Robert.
- ¿Crees que puede ser un hombre de Rico?-. La preocupación brillo en los ojos de Robert.
- No, seguro que estaba intentando llevarse a alguien a la cama-. Moví la mano para restarle importancia al asunto.
- Cathe-. Robert me cogió la mano.- Esta noche has estado muy bien-. Se levanto y me dio un beso en la frente.- Buenas noches.
- Gracias Robert-. Sonreí y le apreté la mano.- Descansa.

Esa noche dormí fatal, el desconocido de ojos chocolate me miraba en sueños, se acerba a mí como una pantera y yo no trataba de huir, me estaba volviendo loca. Quizás era el cambio de horario, de clima, en España brillaba mucho el sol y yo estaba acostumbrada a la niebla, las lluvias y las prendas abrigadas. Era pleno Diciembre y yo iba por casa en bragas y camiseta ancha. Por la mañana Robert y yo desayunamos con Manuel y decidimos llevarlo a dar una vuelta, el pobre apenas salía y también merecía divertirse.


España era fantástica, la gente era alegre y bulliciosa, no había malas caras, los cantes eran habituales en las calles y hasta los bailes, una oleada de añoranza golpeo mi corazón y miré al cielo. Los momentos en que recordaba a mis padres eran todavía duros para mí, los echaba mucho de menos y pensaba que si no hubieran muerto yo no estaría en España, persiguiendo a su asesino porque amenaza la paz de Inglaterra. Cuando lo pensaba seriamente me daban ganas de reír, mi vida parecía una novela. Decidimos comer fuera y después volvimos a casa a prepararnos para ‘’jugar’’ al tenis.

Tal como Robert y yo habíamos supuesto en casa de Gonzalo no jugó al tenis ni el apuntador, básicamente nos sentarnos en el jardín, hablamos de tonterías y tomamos café, para esa ocasión yo quise pecar de tonta y me coloqué un vestido de lo más deportivo, perfecto para jugar al tenis. Gracias a Dios a Aurora se le ocurrió enseñarme la casa, buenos las partes que no conocía.

- Tienes un gusto exquisito Aurora-. Le sonreí a la mujer que estaba empeñada en contarme la historia de cada adorno.
- Gracias querida-. Palmeo mi mano.- La mayoría son cosas traídas de nuestros viajes.
- Valla-. Verdaderamente estaba sorprendida.- Han viajado mucho.
- Un poco-. Dijo una voz a mi espalda, y sentí una sensación familiar en la columna.- Pero mi padre apenas nos acompaña, es un hombre ocupado.

En el momento de girarme y encontrarme cara a cara con el hombre de ojos color chocolate me permití la licencia de sorprenderme, pero solo interiormente. ¿Qué hacía allí? ¿Seguía observándome? A lo mejor Robert tenía razón y era un espía puesto por Rico, pero no me encajaba porque nadie sabía de esta misión, solo Robert, el señor Peter, algunos de su confianza y yo.

- David, tesoro-. Aurora avanzo hacía el hombre.- Creía que estabas en tu casa.
- He venido a por unos libros-. Sonrió y me miro.- Encantado de volver a verte Rosa.
- ¿Ya os conocéis?-. Aurora debió poner la misma cara que yo.
- Se puede decir que sí-. Volvió a mirarme con una sonrisa que no supe como calificar. Tenía que salir de allí.
- Entonces vete con ella y enséñale la biblioteca-. Comento Aurora y yo me hice pequeña por segundos.
- Por supuesto-. La mirada de David brillo.- Vamos Rosa, te enseñaré los libros-.Puso su mano en mi hombro y me empujo levemente.


Mi mente se tranquilizo cuando Aurora dijo en la misma frase David y tesoro, eso no podía significar más que era su hijo, su sobrino o algún familiar, aunque la tranquilidad duró el momento de que ella propuso que David me enseñara la biblioteca y ya las miraditas de él me mataron, tenía que hacer algo. Ya estaba dentro de la estancia, así que sacaría provecho, investigando un poco. Ahora que lo pensaba ¿tanto me había impresionado la noche anterior que no vi el parecido con Aurora? Simplemente eran dos gotas de agua, como decía mi madre con respecto a mi padre y a mí. El pelo, los ojos, detalles que a cualquiera se le podían pasar por alto, pero a mí no.

- Qué casualidad tan agradable-. Dijo David nada más entrar en la biblioteca.
- Se puede decir que sí-. Sonreí y me miro al escuchar que imitaba sus palabras. Giro y busco un libro por las estanterías, alcancé a leer el titulo.- ¿Eres abogado?-. Por un lado me parecía raro, pero por otro comprendí que seguramente le llevaba los asuntos turbios a su padre.
- Soy juez, Rosa-. Me miro sonriendo.
- ¿Corrupto?-. No pude evitar la pregunta, muy limpio no podía estar. Su sonrisa me heló la sangre.

No podía ser que Gonzalo Rico tuviera un hijo juez y estuviera tan libre, algo no me cuadraba del todo. Por supuesto, sus negocios eran una tapadera, no podía ser de otra forma. Pero seguro que su hijito recibía una muy buena suma por hacer la vista gorda a algunas llamadas de atención sobre su padre.

5 de junio de 2014

Capítulo 3...

Era nuestro primer acto como ‘’matrimonio’’ y yo no sabía si reír histérica o llorar como una Magdalena, aunque no era una de mis opciones elegí la neutralidad, es decir que un gesto amable adornara mi cara.

- Tranquila-. Robert me agarro la mano y me la apretó con fuerza.- Va a salir todo bien-. Me dio un beso en la mano y yo asentí en el momento justo de llegar.
- Empieza la función-. Dije para mí.


La casa de Gonzalo Rico era inmensa y casi se me cortó la respiración al entrar dentro, si por fuera era imponente ya por dentro era harina de otro costal. Las paredes estaban ricamente vestidas con cuadros, espejos y otros adornos, los suelos estaban cubiertos por alfombras y se respiraba un aire cargante. Los salones estaban llenos de gente disfrutando de la música, comiendo del catering o hablando distraídamente sobre temas banales. De pronto una sensación extraña recorrió mi columna y apreté la mano de Robert, giré la cabeza pero no vi nada raro.

- ¿Qué te pasa?-. Susurro Robert cerca de mi oído.
- No se-. Me encogí de hombros.- Ha sido una sensación muy rara.
- Serán los nervios-. Poso su mano en mi cintura y me guió hasta un grupo de gente.
- Será-. Dije sin mucho convencimiento y volví a mirar atrás.
- Señor Rico-. Escuché decir a Robert.- Me gustaría presentarle a mi esposa.

Cuando volví a mirar al frente me encontré con un par de ojos negro oscuros, muy oscuros que me miraban fijamente y con detalle. Su mirada ávida se poso en la base de mi garganta, bajo a mis pechos y finalmente volvieron a mis ojos, tragué con dificultad y Gonzalo Rico cogió mi mano.

- Es un placer-. Poso sus labios en mis nudillos y espero ahí unos segundos.
- Me llamo Rosa, señor Rico-. Mi voz sonó hueca en mis oídos mientras me soltaba la mano y disimuladamente me la pasaba por la tela del vestido.
- ¡Oh! Llámame Gonzalo-. Dijo aún mirándome.
- Tenía ganas de conocerlo Gonzalo-. Sonreí.- Me marido me pone la cabeza loca hablando de sus futuros negocios.
- Pero no hablemos de negocios hoy, querida-. Su mirada no se apartaba de mi rostro.- Hoy es un día de disfrute, de conocer gente-. De repente miró a Robert y yo volví a sentir esa sensación rara en la columna.- Alejandro, te robo a tu esposa, se la voy a presentar a Aurora-. Me volvió a mirar.- Mi esposa estará encantada de conocerte-. Me ofreció su brazo para que me fuera con él y lo agarré. Habíamos avanzado por uno de los salones cuando se detuvo y se planto frente a mi.- Antes de presentarte a mi esposa, quisiera que todos me tuvieran un poco de envidia.
- Estoy segura de que ya le tienen la suficiente envidia señor Rico-. Sonreí.
- Gonzalo, Gonzalo-. Dijo mientras reía.- Pero, sería un pecado no bailar con la mujer más hermosa de la fiesta. Después de mi esposa, por supuesto.
- Por supuesto-. Dios ¿Dónde me había metido? Esperaba que esto sirviera de algo.

Antes de poder darme cuenta ya me encontraba dando vueltas con él en la pista de baile, poco a poco la gente se fue arremolinando a nuestro alrededor, entre ellos Robert. Nadie bailaba, todos miraban como Gonzalo Rico bailaba con una morena vestida de llamativo rojo. Si hubiera tenido vergüenza, mi cara hubiera estado mucho más roja que el vestido, pero no estaba haciendo nada malo, y ese hombre no me causaba ningún sentimiento y mucho menos miedo.

- Rosa, quiero presentarte a Aurora-. Dijo Gonzalo, una vez habíamos terminado de bailar y nos dirigíamos hacia un grupo de mujeres.
- Así que tú eres la Rosa roja de la que todos murmuran-. Su mirada me analizó de arriba abajo y sonrío cálidamente.- Es un placer conocerte.
- El gusto es mío señora-. Sonreí tímida, era una mujer hermosa, cálida y no llegaba a entender como estaba con un asesino.
- Si me disculpan señoras, he de hablar con unos amigos-. Gonzalo se despidió con una inclinación de cabeza y le dio un beso afectuoso a su esposa en la frente.


Las horas siguientes fueron un completo aburrimiento y salvo la sensación rara en la columna y las veces que Robert me sacaba a bailar me dedique a hablar con Aurora, quien rápidamente cogió confianza conmigo y me acabó contando como conoció a Gonzalo y como se enamoró de él. Llegó un momento en que ya no podía estar más en ese salón y me fui a los jardines a tomas un poco el aire, suaves luces inundaban el ambiente y el aire era frío, pero a mí me parecía perfecto. De pronto volví a sentir una sensación rara a mi espalda y al darme la vuelta toqué instintivamente la pequeña pistola que siempre llevaba en el muslo.

Entonces lo vi por primera vez, era el hombre más apuesto que había conocido en mi vida. Su pelo color bronce estaba peinado hacia atrás, no distinguí a ver el color de sus ojos, pero seguro que eran preciosos. Sus labios eran gruesos y una sonrisa adornaba su cara, era mucho más alto que yo y sentí un escalofrío.

- Buenas noches-. Dijo y su voz me sonó más dulce que la miel.
- Buenas noches-. Conteste hipnotiza mientras se acercaba a mí, lentamente, con andares de pantera.
- ¿No tiene frío aquí?-. Pregunto cuando ya estábamos frente por frente, negué.- Debe ser una mujer de sangre caliente-. Sonrió con picardía.
- Como buena española-. Entonces mi mente se activo: eres una mujer supuestamente casada, déjate de gilipolleces.- Discúlpeme, mi marido me está esperando-. Hice un intento de huida, pero evidentemente no salió bien.
- Llevo observándola toda la noche-. Dijo sinceramente, intente no sorprenderme ¿Él había sido el hormigueo en mi espalda? Cerca como estábamos y levantado la cabeza por fin pude ver el color de sus ojos y casi me derretí al descubrir que eran de color del chocolate.- Es usted la mujer más guapa, de todas las cacatúas ahí reunidas-. No pude evitarlo y reí a carcajadas.- Salvo mi madre, claro. ¿Sabe que esta noche la han bautizado?
- Algo he oído, pero pienso que es una tontería-. Me encogí de hombros, quizás había sido un error ir de rojo, y llamarme Rosa. A lo mejor había levantado sospechas.
- Puede-. Coincidió él.- Entonces su nombre es Rosa ¿me equivoco?-. Su mirada se cruzó con la mía.

- ¡Rosa!-. La voz de Robert llegó a mis oídos.
- Estoy aquí tesoro-. Dije mirando al desconocido y a los pocos segundos Robert estaba al lado nuestro.- ¿Nos vamos ya?
- Buenas noches-. Se despidió Robert.
- Buenas noches-. Sonreí yo también para irme de la mano de Robert.

Cuando salía de la casa de Gonzalo Rico creía que no iba a volver a ver más al desconocido de ojos chocolate, la verdad me había impactado un poco la manera de hablarme y de mirarme. Seguro que era porque no estaba acostumbrada y es que la vida de policía secreta no era una tontería y apenas tenía tiempo para el ocio.

4 de junio de 2014

Capítulo 2...

En efecto, no ha sido un error de la escritora, mi nombre de nacimiento es Carmen, pero rara vez era utilizado. Después de esa conversación con Robert hablé con el señor Peter y él me confirmo que había visto algo en mí, algo natural que no se aprendía y quería que terminara mis estudios y entrara en la Academia con Robert, aunque él iba a terminar mucho antes que yo. Una vez terminados mis estudios y graduarme con honores en la Academia entre a formar parte del equipo de investigación de Robert.

La verdad es que ser policía secreta no era mi aspiración en la vida, pero echando la vista atrás no me veo en otro sitio que no sea perseguir el mal. Los primeros casos fueron memeces, sin mayores dificultades que encontrar a los malhechores en sus escondites, pero nada que Robert y yo no pudiéramos solucionar con un par de días de investigación.

Era una mujer completamente independiente, le pagaba los estudios a mi hermano Manuel, pagaba mi casa y las facturas y llevaba una vida de lo más normal, para todo el mundo era Catherine, pero las persona a las que metía en la cárcel me empezaron a llamar ‘La rosa del Norte’ y eso me cubría aún más de secretos, cosa que en mi trabajo era de agradecer. El día de mi veinticinco cumpleaños el señor Peter me encargó la misión más importante, la misión que cambiaría mi vida para siempre.

- Cathe, Robert-. El señor Peter estaba sentado en su despacho, llevábamos un rato allí.- Tenéis una nueva misión.
- Usted dirá jefe-. Dije dando un sorbo al café.
- Vais a viajar a España-. Comento sin ambages.- Como matrimonio-. Robert y yo nos miramos.
- ¿Matrimonio?-. Pregunto Robert, su padre asintió.
- Es lo menos sospechoso tratándose de una pareja como vosotros-. Dijo echándose atrás en su sillón.- Allí vais a investigar a Gonzalo Rico.
- El asesino de mi padre-. Murmure asombrada y Robert me miro.
- El mismo-. Coincidió el señor Peter.- Sus negocios están llegando al país y según tengo entendido hay algo sucio en ellos, es un mandato de las altas instancias-. Termino de decir el señor Peter.
- ¿El Gobierno está detrás de esa petición?-. Pregunte sin más.
- No se para que me preocupo en mantener las identidades en secreto, siempre lo descubres-. Los tres rieron.- A principio de Diciembre estará todo preparado para que os valláis-. La seriedad apareció en su cara.
- Jefe, eso es dentro de dos semanas-. Lo mire confundida.
- Rápida como siempre Cathe-. Ese brillo de hace años volvió a parecer en sus ojos.
- ¿Qué voy a hacer con Manuel?-. Susurre.- No puedo separarme de mi hermano.
- Siempre pierdes los papeles con tu hermano Cathe, no razonas cuando se trata de él-. El señor Peter me miro, recriminándome el amor que sentía por mi hermano, el sufrimiento que padecía por él.- Irá con vosotros, le van a buscar Universidad allí.
- Gracias jefe-. Sonreí tranquila.


Y allí estábamos a principio de Diciembre con todo preparado, desde el libro de familia, fotos de la supuesta boda hasta los anillos de casados, eso había sido la puntilla y Manuel se había reído de mí en cuanto llegue a casa con él en el dedo.

- ¿Cuándo te has casado hermanita?-. Pregunto riendo a carcajadas.
- Esta tarde-. No era mentira, la tarde anterior se habían terminado de arreglar los papeles con las nuevas identidades, y yo había reído encantada con mi nuevo nombre.

La idea del señor Peter era muy sencilla, Robert se tenía que interesar por los negocios de Gonzalo Rico, también tenía que dejar caer que quería invertir algún dinero y para poder entablar conversación con él y hacerse su ‘’amigo’’ debíamos ser invitados a una fiesta importante de Navidad que daba ese hombre todos los años en su mansión, todo eso era sencillo pues nuestras nuevas identidades nos ayudaban. En realidad todo estaba a nuestro favor, Robert hablaba un perfecto español, como si fuera del país, yo gracias a Dios y a mí madre también lo hablaba muy bien.

- Hemos llegado cariño-. Robert se empezó a reír de mí en el momento que la puerta de casa se cerró detrás de él.
- ¿Vas a estar mucho tiempo con la broma?-. Puse los brazos en jarra y lo encaré.
- Valla, valla, no llevamos ni tres horas en España y ya se te ha pegado la furia española-. Robert se acercaba a mí lentamente.
- Te recuerdo que la llevo en la sangre-. Levante la cabeza orgullosa y reímos a carcajadas.- Vamos a dejarnos de tonterías. Manuel, ven.

Una vez sentados en el sofá de nuestra nueva casa, le explique a mi hermano todo lo que necesitaba saber, que mi nombre ahora era Rosa, que Robert se llamaba Alejandro y que él seguía siendo Manuel, en España no tenían constancia de su existencia, así que podía conservar su nombre, pero no su parentesco conmigo, tenía que ser hermano de Robert, el parecido con Robert le venía bien, y es que Manuel había sacado los rasgos rubios de mi madre y sus ojos azules.

- ¿Todo claro?-. Miré a ambos hombres y ellos asintieron.- Perfecto.

Las semanas siguientes pasaron muy rápido, yo me dedicaba a averiguar cómo vivía Gonzalo Rico y Robert se metía poco a poco en el círculo de sus íntimos. España a mi parecer era un país un poco machista y eso me dio ventaja, porque por muy sagaces que fueran los hombres, ninguno sospechaba, decían que las caras bonitas como la mía solo servían de adorno, a Dios gracias después de todo.

La gran noche llegó, estábamos a las puertas y yo por fin le pondría cara al asesino de mis padres, en ocasiones pensaba que ese trabajo no era para mí, que me dominaría los sentimientos, que todos mis entrenamientos serían en vano y no conseguiría mi objetivo. Me decante por un vestido rojo, para capear lo que se me venía como los toreros, con toda la espalda descubierta y una gran raja que empezaba en la mitad de mi muslo. Un bolso de mano verdes, unos pendientes de esmeraldas y unos zapatos verdes completaban mi look. A mi entender hacía referencia a mi nombre y mi apodo, quería reírme en la cara de mis enemigos.

- Valla Catherine-. Robert exhaló fuertemente.- Estas impresionante, verdaderamente pareces una rosa-. Dijo con una sonrisa.
- Estas muy guapa hermanita-. Coincidió Manuel y lo mire enfadad.- Perdón, Rosa-. Murmuro resignado y fui a darle un beso.
- Ten cuidado ¿vale?-. Le acaricie la cara.- Te quiero.

3 de junio de 2014

Capítulo 1...

Menos mal que siempre he tenido buena memoria, si no ahora no podría comenzar este relato, he tenido varios nombres a lo largo de mi vida, por eso no sabría cual tengo ahora. Para no hacer de esto un lío de mil demonios empezaré por el principio, por mi principio.

Mi nombre es Catherine, aunque todos me conocen como ‘’La rosa del Norte’’, porque dicen que nací en Whitby, una ciudad costera que da al Mar del Norte. Este apodo me causa risa cada vez que lo escucho porque si la gente descubriera que mi verdadera patria es España más de uno se llevaría las manos a la cabeza. Me resulta raro que la mayoría de las personas no descubran mi verdadero origen, pues tengo el pelo negro, los ojos grandes y verdes de un gato y unos labios que siempre parecen rojos, vamos que no soy la ‘’típica’’ belleza inglesa.

Que acabará en Whitby es puramente circunstancial, mi padre huyó a Inglaterra con mi madre cuando yo era muy, muy pequeña, con el paso del tiempo y antes de morir me contaron el secreto de esa huida. Mi padre era un hombre importante en España, muy importante y siempre supuse que por envidias, desavenencias o en busca de un futuro más tranquilo se fue de allí. El caso es que tres meses después de mi diecisiete cumpleaños mis padres murieron en un accidente de coche, al principio no relacioné los hechos, es decir el una tercera persona y su muerte. Solo después de que me presentaran a mi nuevo tutor, comprendí la magnitud de todo.

El señor Peter era el mejor amigo de mi padre en Inglaterra y él había sido el que le había conseguido la casita en Whitby, el trabajo y todo lo necesario para empezar una nueva vida allí. Cuando digo todo lo necesario, quiero decir todo, desde nuevas identidades hasta un juguete para mí, y es que el señor Peter es el jefazo de la Secret Intelligence Service, aún recuerdo el fatídico día de la muerte de mis padres.

- Catherine-. El señor Peter se acerco a mí, su voz denotaba preocupación.
- ¿Ha ocurrido algo?-. Era muy raro que el señor Peter fuera a buscarme al instituto.
- Te tengo que llevar a mi casa.- Dijo empujándome levemente hacía el coche.
- Pero ¿y mi hermano?-. Pregunte asustada.
- Esta ya en el coche-. Me respondió y por fin me tranquilicé, aunque mi hermano solo era un año menor que yo aún lo protegía como si tuviera tres años.
- ¿Qué pasa Manuel?-. Dije a mi hermano una vez dentro del coche.
- ¡Shhh! Podrían oíros-. Recriminó el señor Peter.
- Lo siento señor-. Agache la cabeza y no hable durante el trayecto hasta su casa.


La casa del señor Peter era preciosa, tenía un amplio jardín con muchas flores, un gran salón y una agradable cocina, su hijo Robert, mi hermano Manuel y yo habíamos pasado muchas tardes metidos en ella haciendo galletas con su madre, la señora Grace.

- Señor Peter-. Pregunte al fin, sentada en el sofá.- ¿Le ha pasado algo a mi padre?-. Todo estaba resultado un poco raro, allí estaban Robert y la señora Grace, ambos me miraron.
- Haber como te lo digo-. Empezó a decir el señor Peter mientras caminaba de un lado a otro por el salón.
- Querido-. La señora Grace se acerco a él para calmarlo.- Si quieres puedo hacerlo yo-. Murmuro y casi no la escuche.
- No-. La voz del señor Peter sonó mucho más fuerte de lo normal.- Es mi deber-. Se volvió a acercar a mí y se sentó entre Manuel y yo.- Sí Catherine, tiene que ver con tu padre-. Trago ruidosamente, le costaba trabajo darme la noticia.- Han tenido un accidente de coche.
- ¿Han tenido?-. Repetí estúpidamente.
- Tu madre iba con él-. Cerró los ojos fuertemente.- Ambos han fallecido-. En ese momento miré a mi hermano y el mundo se me vino encima. ¿Qué iba hacer ahora sola, con mi hermano a cargo? El señor Peter intuyó el rumbo de mis pensamientos y me abrazo.- No tienes de que preocuparte Catherine, nosotros somos ahora tu familia y velaremos por vosotros.
- Gracias señor Peter-. Dije con la poca entereza que me quedaba.

Después de un intento de cena, la familia del señor Peter, mi hermano y yo nos volvimos a sentar en el salón, aún quería hablarme de más cosas. Yo me encontraba sentada entre mi hermano agarrándole la mano fuertemente y Robert, el hijo del señor Peter, abrazándome por los hombros.

- Catherine-. El señor Peter carraspeo.- Sabes las circunstancias que os trajeron a Inglaterra ¿verdad?
- Bueno, siempre he creído que venían por seguridad-. El señor Peter asintió.- El accidente fue provocado ¿no es así?-. En los ojos del señor Peter brilló algo que hasta algún tiempo después no supe que era.


Ese brillo en los ojos del señor Peter significó que tenía planes para mí, yo en ese momento no estaba para pensar en el futuro, fue Robert, su hijo y gran amigo mío desde niños quien me aclaró a los pocos meses de que se trataba. Robert era todo lo que una chica podía soñar, alto, fuerte, guapo, protector. Conmigo siempre fue muy protector, era tres años mayor que yo y para él era como una hermana, la hermana que nunca tuvo.

- Cathe-. Robert asomo la cabeza por la puerta de mi habitación.- ¿Puedo pasar?
- Adelante, está abierta-. Robert se echo a reír.
- Siempre está abierta Cathe-. Cierto, nunca me han gustado las puertas cerradas.- ¿Podemos hablar?
- Si, dime-. Le ofrecí asiento a mi lado.
- Mi padre quiere que trabajes en la MI6-. Me lo dijo así, sin anestesia ni nada. Mi cara debió ser un poema, porque me toco el brazo para hacerme volver.- ¿Me has oído?-. Asentí.
- Agente secreto ¿yo?-. Esto era una broma, típico de Robert.
- Sí-. Dijo con entusiasmo.- ¿Lo dudabas? Tienes a mi padre maravillado.
- ¿Yo?-. Ese día estaba rematada de lo estúpida. Pero solo tenía diecisiete años, intentar comprenderme.
- Claro, eres intuitiva, lógica, serías una buena agente. Tienes una memoria increíble, eres discreta, autodidacta, sabes desenvolverte en varios ambientes, tienes entereza, eres fuerte y…-. Robert se estaba apasionando en su discurso.
- Que me digas todas esas cosas no va a influir en que acepte la oferta de tu padre-. Sonreí con intención.
- Entonces ¿lo vas a pensar?-. La esperanza brillaba en los ojos azules de Robert.
- Lo pensaré, pero no te prometo nada-. Declaré finalmente.
- Serías unas de las mejores Carmen-. Mire fijamente a Robert.